Departamento de Desarrollo Rural, Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales. Universidad Nacional de La Plata.
guillerminaferraris@hotmail.com
Departamento de Desarrollo Rural, Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales. Universidad Nacional de La Plata.
mlbravo@agro.unlp.edu.ar
Resumen
En los últimos 20 años se han producidos en el norte de la provincia de de Córdoba, cambios en la estructura agraria -uso, tenencia y distribución de la tierra-. Los cambios en el uso del suelo como desmonte para la producción ganadera bovina, produjeron variaciones en la distribución de la tierra, provocando la concentración de este recurso. Esto ha acentuado la ya existente marcada polarización de pequeñas y grandes explotaciones. En cuanto a la tenencia, se agrava la situación de algunas familias campesinas sin título de propiedad, generándose conflictos por la permanencia de dichas familias, que hace más de 20 años no constituía una limitante para éstos sistemas productivos.
En el contexto descripto, se llevó adelante el trabajo en terreno que tuvo por objetivo apoyar el proceso de organización por medio de la construcción de la historia de la comunidad y su reconstrucción a partir de los integrantes de la misma. Es así que del análisis de la memoria surge la asociación de ésta con la identidad de los sujetos que recuerdan: los campesinos.
En el presente trabajo se busca explicar la relación entre la memoria colectiva y la identidad de la comunidad campesina de “La Costa”, situada en el noroeste de la provincia de Córdoba, República Argentina.
Palabras claves: campesinos – memoria – identidad - estructura agraria.
Abstract
In the last 20 years, changes in the agricultural structure (use, possession, and distribution of land) have taken place in the North of the province of Cordoba. Changes in land use like deforestation for Bovine Livestock Production have caused variations in the distribution of land, prompting the concentration of this resource. This has accentuated the already existent and marked polarization of small and big farms. Regarding possession, the situation of some peasant families without ownership title gets worse, generating conflicts by their permanence, which more than 20 years ago was not a limiting factor for these production systems.
In the described context the fieldwork was carried out, that had the objective of support the organization process through construction the history of the community and its reconstruction as from the members of the same. Is so from the analysis of the memory, comes up the association of it with the identity of the subjects who remember: the peasants.
This paper aims to explain the relation between the collective memory and the identity of the peasant community of “La Costa”, located in the north east of the province of Córdoba, Argentina.
Keywords: peasants-memory-identity-agricultural structure.
En este trabajo se pretende revisar la relación conceptual, entre la memoria colectiva y la identidad de la comunidad de campesinos de La Costa, en el norte de la Provincia de Córdoba. Por iniciativa del grupo de trabajo que integramos y a demanda de la organización de campesinos de la zona, se han realizado diferentes acciones tendientes a apoyar a las comunidades en el proceso de recuperar su historia, construyéndola por medio de la memoria de las comunidades. En el marco del proyecto “El impacto de los cambios tecnológicos en la evolución de la estructura de la tierra. Un estudio de caso en el norte cordobés” (1), se desarrollaron varias actividades, las que fueron divididas en cuatro etapas. Las dos primeras consistieron en la búsqueda y sistematización de material bibliográfico, sobre dos ejes conceptuales: historia del sector agropecuario hasta la actualidad y estudio de los cambios tecnológicos más significativos ocurridos en la zona durante los últimos 50 años. Las dos últimas etapas tuvieron en cuenta un rol más activo de las comunidades campesinas en la construcción de su historia. Para esto último se emplearon técnicas directivas o interactivas, como observación participante, entrevista en profundidad y taller de la memoria.
En las primeras etapas del mencionado proyecto, donde se realizó un trabajo en el que tuvo más peso el aporte teórico que el empírico, se caracterizó la estructura agraria de la zona estudiada en base a diferentes documentos, fuentes estadísticas, producciones académicas y entrevistas a referentes de la comunidad. En estos trabajos, teniendo en cuenta un concepto más amplio de estructura agraria donde se analizan con mayor profundidad los procesos sociales involucrados (2), se emplearon como ejes de análisis: la estructura de tenencia de la tierra, la estructura económica productiva y la estructura social (Margiotta y Benencia, 1995).
Nos interesaba indagar cómo la estructura agraria de las economías rurales extrapampeanas era afectada por el avance de los cultivos históricamente vinculados a la región pampeana. Varios autores (Bergamín et al., 2005; Becerra et al., 2007; Hocsman y Preda, 2006), en función del análisis del período intercensal 1988-2002 de los Censos Nacionales Agropecuarios, plantean la siguiente hipótesis para la provincia de Córdoba:
Si bien hay un aumento de cultivos anuales (“agriculturización”), el incremento del 162,5% registrado en la superficie implantada con cultivos forrajeros, destaca el desarrollo de los sistemas ganaderos en el marco del corrimiento de la frontera. Lo que es visualizado como un proceso de “bovinización” desplegado en el ámbito del denominado Chaco Árido Serrano (Hocsman y Preda, 2005: 9).
Este corrimiento de la frontera incrementó la demanda de tierras y provocó la expulsión de la población campesina de la región. En otras palabras Becerra et al. explican:
Sin embargo, tanto los aumentos en la producción global como de rentabilidad, ocultan algunos desequilibrios al interior de la estructura productiva. La elevada diversidad de tipos productivos existentes históricamente en la Provincia se ha visto reducida y agudizada en las últimas décadas por procesos de concentración, expulsión de productores y población rural, y ampliadas las desigualdades al interior de la estructura productiva (Becerra et al., 2007: 24).
La problemática vigente en el momento de iniciar el estudio fue el conflicto por la tenencia de la tierra que experimentaban los campesinos de algunas comunidades de la región estudiada. Esto se debía a que la tierra ocupada comenzó a tener interés para empresarios e inversionistas, a causa del desplazamiento de la ganadería bovina que migró desde el noreste (zona históricamente dedicada a este tipo de producción) hacia el noroeste de la provincia. Ésta última región posee características agroecológicas típicas del bosque chaqueño occidental, como precipitaciones medias anuales que oscilan entre 300 y 500 milímetros concentradas en el verano y suelos arenosos en el piedemonte y más finos y arcillosos en las llanuras. Las comunidades que se asientan en esta zona tienen serios problemas en la provisión de agua potable y degradación del principal recurso, que es el monte; estos y otros factores hacen precaria la calidad de vida de los campesinos.
El análisis de Becerra et al. en relación a las condiciones de la población de la provincia indica: “Las condiciones de vida de las personas en el AEH I (3) son las más desfavorables de los sectores analizados, superando en un 50 % la media provincial que es de un 11% de hogares con NBI y de un 13% de personas en igual condición” (Becerra et al., 2007:27).
Mapa 1
En las últimas etapas se eligió a la memoria colectiva de las comunidades como el principal insumo para el desarrollo de esta investigación. Los datos recabados por medio de las metodologías mencionadas, han sido contrastados con observaciones de campo y bibliografía específica. Lo que aquí se analizará es producto del trabajo en territorio comprendido en las dos últimas etapas, las cuales se desarrollaron entre los meses de noviembre 2008 y mayo de 2009. Se hará especial énfasis en cómo se da la construcción de la memoria colectiva de la comunidad y su vinculación con la identidad de la misma.
El núcleo de toda identidad individual o grupal está ligado a establecer un límite que permanece con cierta estabilidad a lo largo del tiempo y del espacio, cuyo contenido cultural es redefinido temporalmente. Gilberto Giménez al referirse a la indisociabilidad conceptual entre cultura e identidad define:
(…) si se asume una perspectiva histórica o diacrónica, no existe una correlación estable o inmodificable entre las mismas, porque vistas las cosas en el mediano o largo plazo, la identidad se define primariamente por sus límites y no por el contenido cultural que en un momento determinado marca o fija esos límites (Giménez, 2005: 17).
Según varios autores (Jelin, 2002; Pollak, 1992; Habwachs, 1992) la relación entre memoria e identidad es de mutua constitución en la subjetividad. Según Jelin (2002:25), “para fijar ciertos parámetros de identidad (nacional, de género, política u otra) el sujeto genera ciertos hitos, ciertas memorias que lo ponen en relación con otros”. Estos parámetros, que implican al mismo tiempo resaltar algunos rasgos de identificación grupal con algunos y de diferenciación con “otros”, para definir los límites de identidad, se convierten en marcos sociales para encuadrar las memorias. Algunos de estos hitos se tornan en elementos significativos en torno a los cuales se organizan las memorias. Estos elementos pueden ser acontecimientos, personas o personajes, lugares entre otros. Pueden estar empíricamente fundados en hechos concretos o ser proyecciones o idealizaciones a partir de otros eventos.
En este trabajo se relacionará estos elementos en torno a los cuales los campesinos realizan el trabajo de la memoria con los marcadores identitarios, considerando que: “para que estos rasgos sean susceptibles de ser utilizados como marcadores de las fronteras del endogrupo, es necesario que sean perceptibles para los individuos” (Archenti, 2008:3). En función de la importancia que denotan en el análisis de las diferentes metodologías y la recurrencia en el discurso de los campesinos reconocemos como marcadores: las cabras, el monte y el alambrado. Debido a que son rasgos que los diferencian de “los otros”, configuran existencia en estado separado.
Los elementos en torno a los cuales se organizan las memorias, al igual que los marcadores, nos permitieron analizar, a través de sus variaciones a lo largo del periodo, los rasgos culturales distintivos de los campesinos. En otras palabras, Pollak (1992:204) plantea: “La memoria es un elemento constitutivo del sentido de identidad, en la medida en que es un factor extremadamente importante del sentimiento de continuidad y de coherencia de una persona o de un grupo, en la reconstrucción de sí mismo”. Es oportuno abordar el concepto de identidad en correlación con el concepto de cultura. Según García Canclini (1982) la cultura es:
(…) la producción de fenómenos que contribuyen mediante la representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales a comprender reproducir o transformar el sistema social desde todas las prácticas e instituciones dedicadas a la administración, renovación y reestructuración del sentido. (García Canclini 1982: s/n).
El concepto de cultura evoluciona, se parte de que cultura es todo lo hecho por el hombre, todo lo que no es “natural”. Esta visión de cultura que la opone a naturaleza, es propia del período clásico de la antropología. Actualmente la cultura se refiere a lo simbólico, los sentidos que se le asignan a las cosas y cómo esos significados se modifican en situaciones concretas: el accionar del hombre sobre los significados. Ahora bien considerando el relativismo cultural como un principio teórico y metodológico, coincidimos en que no es posible juzgar una cultura desde otro grupo sociocultural ni eliminando el contexto. Un elemento cultural no puede ser entendido si se lo separa del contexto. El contexto es lo que le da sentido. Al respecto Herskovits (1968:76-77) enuncia: “las valoraciones son relativas al fondo cultural del que surgen (…) El principio de relativismo cultural se apoya en que los juicios están basados en las experiencias y la experiencia es interpretada por cada individuo a base de su propia endoculturación”. El postulado del relativismo cultural se asienta sobre un postulado de relatividad de la percepción. Por tanto no se puede percibir una cultura ajena en función de los marcos de referencia de la propia cultura. Y una cultura sólo puede ser comprendida considerando el contexto vigente.
También el autor aclara que, la cultura, por su naturaleza, se reduce a ser una suma de la conducta y de los habituales modos de pensar de las personas que en un tiempo y lugar determinado constituyen una sociedad particular. A su vez, esta cultura o en palabras del mismo autor: “la suma de conductas a las que llamamos cultura”, es flexible y no rígida. En relación al carácter variable de la cultura, Herskovits menciona que la misma cambia en función del contexto vigente e introduce el concepto abordado por Sherif de “marco de referencia”:
Las bases psicológicas de las normas sociales establecidas, tales como estereotipias, modas, convenciones, costumbres y valores, es la formación de marcos de referencias comunes como resultado del contacto de individuos. Una vez que se han establecido tales marcos de referencia y han sido incorporados al individuo, entran como factores importantes a determinar o modificar sus reacciones a situaciones a las que hará frente posteriormente (Sherif, M. 1936, citado en Herskovits, 1968: 80).
La escuela americana del pensamiento antropológico, con Franz Boas (1964) como referente, plantea del relativismo cultural: desde el aspecto metodológico, necesariamente un elemento cultural no puede ser entendido si se lo separa del contexto, el contexto es lo que le da sentido. Para poder realizar un análisis deberíamos quitarnos nuestras anteojeras culturales, en otras palabras, poner entre paréntesis nuestros parámetros culturales para poder interpretar al mundo desde la lógica de los otros sujetos. A su vez, teniendo en cuenta el aspecto ético del relativismo cultural, cada cultura es entendida como un proyecto particular para defender la vida. No se puede juzgar una cultura desde los parámetros de otra, debido a que no existen jerarquías, no hay culturas superiores o inferiores, sino culturas diversas, este es el principio metodológico de la antropología contemporánea.
El planteo del positivismo, en el sentido de separación del objeto de estudio del sujeto que está estudiando, para abordarlo con objetividad, resulta muy dificultoso debido a que estamos constituidos como sujetos culturales, con lo cual recortamos la realidad desde nuestra perspectiva. Cuando se le da concreción al concepto de cultura se habla necesariamente de identidad: somos en razón de nuestra historia y nuestros productos, pero especialmente del sentido colectivo que estos tienen para sus creadores. Es decir, somos en función de nuestras prácticas y del significado colectivo que ellas adquieren (Aguado y Portal, 1991: 34). Así es que, la identidad es la concepción de nosotros mismos y concepción de los otros. En otras palabras cómo nos percibimos y cómo nos perciben.
En sentido amplio, las identidades sociales se entienden como construcciones simbólicas realizadas en torno a un referente. Los referentes, a la vez, pueden variar, pero de modo general son utilizados como datos a partir de los cuales se tejen una serie de atributos, conductas prescriptas y prohibidas, esperadas, posibles (Archenti, 2008: 2).
En la constitución de la identidad intervienen cuestiones de diferenciaciones e identificaciones, aquí podemos hacer mención de elementos diacríticos de identificación. Los mismos son elementos que marcan la diferencia con el otro, que permanecen más o menos estables como: lenguaje, vestimenta, hábitos de consumo, etc. Cuando se piensa a la cultura en términos dinámicos los elementos que ganan importancia son las relaciones. En otras palabras, Archenti menciona, haciendo referencia al proceso de identificación: “eestamos aludiendo entonces a procesos de producción cultural que recrean distintos otros/nosotros, a partir del establecimiento de fronteras intergrupales expresadas mediante la apelación a diferencias” (Archenti, 2008:3). Las identidades están enmarcadas en contextos y estos son variables, de aquí la necesidad -por un lado- de describir este contexto, que cuando hablamos de memorias -en términos de Jelin- son los marcos de la memoria. Por otro lado también resulta necesario referir al proceso de construcción de la identidad social. En otras palabras, según Archenti: “a su vez, al ser las identidades construcciones sociales, están sometidas a transformación, “existiendo” de manera inconclusa a lo largo del devenir histórico” (Archenti, 2008:3).
La identidad individual es un proceso subjetivo autorreflexivo por medio del cual los sujetos se diferencian de otros sujetos y del entorno social, autoasignándose atributos culturales que presentan cierta estabilidad en el tiempo. Si bien se está hablando de “cierta estabilidad” en el tiempo vale reiterar que las identidades mutan al igual que los contextos sociales en los cuales son generadas, en otras palabras: “(…) la identidad está sujeta a continua transformación. Lejos de fijarse en un pasado esencialista, está sujeta al continuo juego de la historia, la cultura y el poder”. (Archenti et al., 1995:14). Para que la identidad se constituya es imprescindible que sea reconocida por los otros. En gran parte la identidad es otorgada y definida por los otros. Según Aguado y Portal “la identidad se comprende en razón del conjunto de relaciones sociales de significación que le dan cuerpo en donde lo individual es parte solidaria” (Aguado y Portal, 1991:32). Coincidiendo con los autores citados, hablamos de identidad como proceso social: “reproducción de significados que se realiza desde diversos lugares” (Aguado y Portal, 1991:32). “Una visión relacional de la identidad, que permite registrarla y analizarla en términos de un proceso social, que se genera y desarrolla en la interacción cotidiana con los otros” (Archenti, 2008:2).
El concepto de identidad agrupa diversas experiencias significativas: la relativa a la conservación o reproducción (que garantiza la permanencia); la referente a la diferenciación (que puede incluir el conflicto como parte del contraste) y la que podemos señalar como identificación: La relación de semejanza absoluta entre dos elementos (Aguado y Portal, 1991: 32).
Para Green estos elementos son solidarios: constancia, unidad y reconocimiento de lo mismo (Green Andrés, 1981; citado en Aguado y Portal, 1991: 32).
Si bien en este trabajo se busca explicar la relación entre la memoria colectiva y la identidad de la comunidad campesina, es necesario aclarar que se parte de un trabajo en terreno más amplio que tuvo por objetivo apoyar el proceso de organización por medio de la construcción de la historia de la comunidad partiendo de la memoria de sus miembros. Es así que del análisis de la memoria surge la asociación de ésta con la identidad de los sujetos que recuerdan: los campesinos. Consideramos que de haber pretendido estudiar en forma pura la identidad de la comunidad campesina, seguramente se hubieran planteado otros ejes de análisis y se hubiera ajustado la metodología en función de este fin.
Entre los objetivos de nuestra investigación, nos propusimos rastrear cómo eran percibidos por los campesinos los cambios en la estructura agraria que habíamos detectado inicialmente. Para ello, realizamos un trabajo de campo de tipo etnográfico. Sin embargo, esto no se debe interpretar como si hubiésemos logrado reconstruir la perspectiva del actor acabadamente; la nuestra fue solo una aproximación inicial. En otras palabras, se toman elementos del trabajo etnográfico como metodología, se considera la perspectiva del actor, se utilizan técnicas, pero se parte de un trabajo en gabinete de rastreo y análisis bibliográfico. Si bien este último nos posiciona a nosotros no como imparciales observadores, sino como investigadores que contrastan en el terreno una serie de hechos y procesos identificados y estudiados en diversas fuentes; nos mantuvo en la búsqueda de rescatar “nuevos hechos” recordados por los campesinos, y no registrados en la bibliografía consultada.
Las técnicas que utilizamos para la recolección de información fueron: entrevistas, observación participante y taller de la memoria. Si bien en sentido estricto las entrevistas y la observación participante son técnicas diferentes, Guber (2006) incluye a las segundas como un tipo especial de OP, ya que la define como “una relación social a través de la cual se obtienen enunciados y verbalizaciones en una instancia de observación directa y de participación” (Guber, R. 2006: 38).
Creímos que utilizar el taller como técnica participativa, era lo adecuado para poder reconstruir la historia de las comunidades. La idea de taller se asocia comúnmente al hecho del trabajo, de producción asociado a lo grupal o en otros términos a la producción colectiva. Más allá que el hecho de desarrollar un taller no asegura la absoluta participación de los integrantes, esta fue la herramienta que encontramos para estimularla.
En Argentina, hasta la década de 1960 la gran mayoría de los estudios sociales relacionados con el sector agropecuario se concentraron en actores como los arrendatarios capitalistas y terratenientes, chacareros y empresarios agropecuarios. Sin ganar demasiado terreno los estudios referidos a campesinos. Entre las causas del direccionamiento de los estudios sociales agrarios, se puede mencionar que los sujetos sociales más “estudiados”, han sido y en gran medida siguen siendo los actuales protagonistas de la economía más importante del país, como lo es la de la región pampeana, con producciones destinadas al comercio exterior. En un país con la vigencia de un modelo agroexportador desde su conformación a partir de 1880 (4) hasta nuestros días (sin dejar de considerar la importante interrupción del mismo que significó el modelo de sustitución de importaciones), no es sorprendente que los estudios relacionados al sector tengan como sujeto de análisis a los actores vinculados con el modelo que ha estado vigente por más de un siglo. En los años 1960 el sujeto campesino comienza a ser objeto de estudio con cierta relevancia, siendo esto interrumpido por las dictaduras militares (como los trabajos de Delich, 1972; de Ferrara, 1973 y de Bartolomé, 1983). En la década de 1990 se retoman los estudios relacionados con campesinos, principalmente asociados a los movimientos sociales.
El actor pequeño productor, minifundista o campesino, sin pretender generalizar, fue el protagonista de las economías regionales (Craviotti y Soverna, 1999) en su publicación: “Sistematización de Estudios de Casos de Pobreza Rural” realizan un valioso análisis comparativo de los estudios de casos, a partir de 1980, sobre pobres rurales. El campesino se asocia y asoció directamente con las producciones regionales, en su mayoría producciones éstas destinadas al mercado interno como el té, la yerba mate, caña de azúcar, tabaco, algodón entre otras. Producción con alta demanda de mano de obra, escasa tecnificación y gran importancia regional. Sin embrago es importante la presencia de pequeños productores en la región pampeana, así queda demostrado en el CNA 2002 donde, según el estudio de Obschatko et al.:
Las explotaciones de pequeños productores cubrían, en 2002, 23,5 millones de hectáreas, lo que representa el 13,5% del área del total de explotaciones agropecuarias. Los pequeños productores son predominantes, en porcentaje, en las regiones del Norte del país y en la Mesopotamia, y su importancia es algo menor en la región Pampeana, Patagonia y Cuyo. Sin embargo, por cantidad, el mayor número de PP se ubica en Pampeana, Mesopotamia, Monte Árido y Chaco Húmedo. En términos de superficie, las regiones donde los PP tienen una mayor presencia, en porcentajes, son: Pampeana, Patagonia, Monte Árido y Chaco Húmedo. (Obschatko, et al., 2006: 14)
Diversos autores han desarrollado el tema de la pequeña producción, producción familiar o campesinado, sin pretender realizar una profunda revisión de antecedentes creemos oportuno aclarar algunos conceptos. En este trabajo se desarrollará la problemática de la memoria y la identidad de comunidades campesinas del norte cordobés, los miembros de estas comunidades se autodefinen como campesinos, ahora bien: ¿de qué hablamos cuando nos referimos a campesinos? ¿Todos los pequeños productores son campesinos? ¿Cuáles son las características de los campesinos? ¿Por qué los miembros de la comunidad estudiada se definen como campesinos? ¿Se logró consensuar una identidad campesina?
En relación a la definición de pequeño productor, minifundista o campesino, por un lado el término “pequeño” hace referencia al tamaño, con lo cual algunos autores, como Mercedes Basco, tienen en cuenta la magnitud de algunos parámetros como:
(…) escasez de recursos productivos, naturales (tierra y agua en cantidad y calidad) y/o de capital, para la actividad predominante en la zona, concluyendo la caracterización con que: el factor trabajo en razón de las dos limitaciones anteriores, es fundamentalmente familiar, aunque en algunos casos puede estar acompañado de trabajo asalariado (Obschatko et al., 2006: 100).
En otros términos Forni y Neiman (1994) hacen referencia a las Explotaciones Pobres, las cuales están:
Caracterizadas por un bajo o mínimo nivel de capitalización, reducidos niveles de flujos monetarios y una organización social de la unidad asentada, prácticamente en forma exclusiva, sobre el uso de mano de obra familiar (Forni y Neiman 1994; citados en Obschatko et al., 2006:105).
Cuando se hace referencia al término campesino, en coincidencia con Murmis (1980) consideramos que: “el término campesino alude, como rasgo constitutivo fundamental, a la relación tierra-trabajo-familia que se da en una unidad de producción-consumo”. Los diferentes autores coinciden en que en las explotaciones campesinas la mano de obra es aportada por el productor y la familia, además cuentan con el recurso tierra en sus diferentes formas de tenencia. Más allá de los distintos criterios siempre está presente alguna combinación del trabajo directo y la tierra como recursos productivos. Dentro del grupo “campesinos” existen diferentes tipos. Según Craviotti y Soverna están: “los campesinos puros, los asalariados con tierra, los campesinos y asalariados, los campesinos en procesos de diferenciación o transición y por último los pequeños productores familiares capitalizados en crisis”. El tercer tipo, los campesinos asalariados, es caracterizado porque suman a la relación tierra/trabajo en la generación de ingresos, el trabajo remunerado fuera de la explotación (1999:13).
Del grupo de campesinos con los que se trabajó, se puede generalizar que: interviene en forma directa en la producción -aportando el trabajo físico y la gestión productiva-, no contrata mano de obra permanente; en otros términos el trabajo es exclusivamente familiar y la dotación de recursos naturales y capital es limitada. La producción es destinada fundamentalmente al consumo de la familia, vendiendo excedentes en forma esporádica. Son productores caprinos, contando con majadas de entre 50 y 15 animales, también crían animales de granja y ganado vacuno, estos últimos destinados básicamente al autoconsumo. Se cultiva maíz para el consumo humano y animal y hortalizas, para lo cual la limitante es el agua. Se utilizan muy pocas herramientas para las distintas labores, básicamente arado mancera, hacha entre otros implementos manuales.
El arraigo de los campesinos con la tierra no sólo como factor productivo, sino como lugar de residencia de las familias, es un rasgo que distingue a los campesinos. Se considera que la falta de hábito en el manejo de dinero puede ser uno de las razones que hace que los campesinos se sientan incapaces de sobrevivir en la ciudad. Las familias se establecieron hace más de cuatro décadas y desde el ocaso de los obrajes se han especializado en la producción de cabras, ellos se reconocen productores caprinos. El modo de pastoreo de la cabra que camina y busca su alimento esta estrechamente ligada a la estrategia histórica de producción de los campesinos, “el uso compartido del principal recurso: el monte” que con el desmonte y el progresivo alambrado de los campos ha tenido que modificarse. Los campesinos están en proceso de readaptarse a la nueva condición que implica producir a campo cerrado.
La comercialización de las cabras excedentes se hace por medio del cabritero, que es en general un vendedor ambulante que provee alimentos y vestimenta entre otros bienes y cuando los cabritos están listos para la venta los productores deben entregarlos en forma de pago, para saldar la deuda contraída con este intermediario. En cada familia por lo general existen ingresos extraprediales aportados por uno de los miembros de las mismas. Esta necesidad de complementar los ingresos de la actividad agrícola ganadera, hace que estos campesinos concuerden con el tipo campesinos y asalariados de Craviotti y Soverna (1999). El hecho de que en vez de realizar una venta convencional, los campesinos entreguen al intermediario -“el cabritero”- el único producto destinado al mercado, “los cabritos”, origina que no habitúen a manejar dinero; hecho que se da desde la existencia de los obrajes. El trabajo extrapredial más frecuente en la zona desde fines del siglo XIX hasta avanzada la segunda mitad del siglo XX fueron los obrajes, en estos los dueños de los obrajes eran a su vez dueños de los almacenes de ramos generales, muchas veces la retribución del trabajo se realizaba en especies a la familia campesina o se entregaban bonos que solo podían cambiarse en estos almacenes.
Con el producto de los diferentes instrumentos de recolección de información se recogieron relatos que permitieron acercarnos a la construcción de la identidad de los sujetos estudiados, tratando de identificar cuáles son los “elementos propios de significación que permiten la distinción de los grupos y su reproducción como tales” (Aguado y Portal, 1991:31). En el trabajo de la memoria (5) realizado por los campesinos, se pueden advertir algunos de los rasgos de identidad que los caracterizan, la relación con la tierra desde lo productivo, el trabajo de la misma como modo de vida. Los campesinos no se imaginan en la ciudad, se consideran incapaces de subsistir en ella, se sienten “inútiles” en la ciudad, no encuentran actividades para desarrollar:
“Acá de hambre no sufrimos (…) En la ciudad es todo a fuerza de plata” (Entrevista a Yoli, 23/05/09). “Si estás en el pueblo no podés criar nada, tenés que comprar todo. Yo no me volvería a la ciudad. En la ciudad no tenés nada. Yo ya me he hecho, ya me he criado acá” (Entrevista a Susana R., 22/05/09).
El centro urbano más próximo está ubicado a más de 60 kilómetros de la comunidad de la Costa, ésta es una de las causas por las cuales los campesinos se proveen de los bienes necesarios para la vida cotidiana por medio de un vendedor ambulante, que a su vez es el que les “compra” los cabritos. En las familias consideradas en este estudio no es habitual el manejo de dinero, excepto el que proviene de las pensiones u ocupaciones extraprediales, el cual se reserva para gastos relacionados con la salud u otras excepciones.
La relación tierra-trabajo-familia, deja a la tierra como recurso productivo-natural fundamental para los campesinos, Fabio por ejemplo expresa: “Para nosotros sin la tierra no se puede trabajar, no se puede vivir. Estamos acostumbrados a vivir del campo” (Entrevista a Flavio Páez, 22/05/09).
Los campesinos de La Costa, comunidad estudiada, se autodefinen como productores de cabras, capricultores, y en más de un discurso se puede rescatar el: “vivimos de las cabras”. Este es un aspecto que los diferencia del otro tipo de productor que se encuentra presente en la zona y que irrumpe en los últimos 20 años. Estos actores –los productores de tipo empresarial cuya base productiva es el ganado bovino-, es denominado por los campesinos como “los de afuera”. En el relato se puede identificar la categoría de “los de afuera” tanto por las características en común que se adjudican los campesinos, como por los caracteres que les asignan a los ajenos al grupo, en este caso a los empresarios ganaderos. Esta referencia demuestra el proceso identificatorio, donde se reafirma la idea de cómo se construye el “nosotros” en contraposición a “los otros”.
Es común escuchar que la cabra es el ganado de los pobres; efectivamente la cabra se adapta a condiciones de escasez de recursos, tiene la modalidad de buscar su alimento en el monte, se alimenta no solo de pasto, sino también de los frutos de algarrobo y del mistol y de diferentes arbustos que se encuentran en el monte. Es un animal que se destaca por su rusticidad, precocidad, docilidad y adaptación al medio. Por esto está presente en este tipo de ecosistemas, convirtiéndose en la producción típica de los campesinos. Esta característica de la cabra, en situación de campos delimitados, produjo el principal conflicto de los campesinos con los empresarios ganaderos, debido a que: “la cabrase pasa, lleva mucho tiempo cambiar el recorrido de la cabra” (Entrevista a Mirta, 22/05/09). Esto ha provoca que los propietarios más duros maten a los animales que ingresan en su propiedad. Así describen los campesinos la actual situación de conflicto luego del alambrado:
¡Claro! Ellas se van… se van para el campo, si se van de acá, vos largás y está el campo de… del hombre este que vino a comprar y vino a sembrar… y por ahí allá, ahí viste te las matan. Te va a sacar a tiros de escopeta. (…) tienen vacas. Y no quieren que le entre las majadas, o sea las cabras. (…). Siempre ha habido de cien para arriba, doscientos, trescientas… pero con estos viejos no se puede tener. Con estos que están comprando así… Pero estos otros con la cuestión de hacer plata y ellos no ven nada eso, nada... que se joda, que se joda el más chico, que se joda, que se joda. Así que eso es el problema que hay. (Entrevista a Alejo, 15/05/09).
En relación al mismo tema Mirta nos comenta: “Nosotros criamos una majadita de cabras (…) ya no hay que coma la cabra, se va y se va a buscar que comer. La cabra se pasa (…) como ellos están sembrando, la cabra molesta. La cabra estaba antes que ellos, la cabra que se mete la voltean” (Entrevista Mirta, 22/05/09).
Los campesinos han tenido que reducir las majadas a fin de evitar la matanza de sus animales y ajustarse a la nueva disponibilidad de monte. Yoli comenta su experiencia:
Criamos cabras básicamente, a nosotros nos hicieron mucha matanza. A mí me mataron 14 cabras y 2 padrillos (…) cuando llegó este señor no quería que se pasen las cabras, pero las cabras ya tienen su recorrido y es un animal que vos no podés de la noche a la mañana cambiarle el recorrido. (…) Ellos vinieron todos con la brutalidad, con la maldad (Entrevista Yoli 23/05/09).
El alambrado de los campos es un proceso que comienza hace más de 20 años y tiene impacto en el modo de producción campesina, debido a que con anterioridad la producción se realizaba a campo abierto, al principal recurso forrajero para las cabras, el monte, se tenía acceso sin restricciones. Así es que surge del dialogo con Yoli: “Ellos topan. Viene gente de afuera que te compran campos y acá te están cerrando por todos lados. No sé qué vamos a hacer con las cabras” (Entrevista Yoli, 23/05/09). También Flavio hace referencia al tema:
“Los campos antes eran todos abiertos, la gente que ha venido a comprar de afuera ha empezado a alambrar. Antes acá había más hacienda hemos llegado a tener 500 animales, pero luego ha venido el mal año se han empezado a cerrar los campos se van cerrando, se van cerrando. El hombre que nos cercó acá (señala el lado oeste) es de Jesús María. Y este otro de acá al sur (…) es del Totoral, no viven acá tienen encargados. Para el naciente también colindamos con otro hombre del Totoral. Y al norte con Fidel. (Entrevista a Flavio Páez, 22/05/09)
En diálogo con Alejo también surge está relación con los ajenos al grupo: “¡Ya sabemos como es, y ellos no! Ellos no lo saben. La cuestión de voltear el monte no saben cómo ha sido antes, como sobrevivía la gente antes, con esto que... a ellos no les importa. Ellos han vivido en la ciudad y tienen plata y... nos les importa” (Entrevista a Alejo, 15/05/09).
El modo de producción a campo abierto muestra una forma de utilización comunitaria, compartida o colectiva del recurso, no se está hablando de tenencia compartida ni de propiedad colectiva, porque cada campesino identifica claramente cual es su parcela y en la actualidad para preservar su superficie también están alambrando. Pero si es importante destacar el uso compartido del recurso como un rasgo que ha sido significativo de los campesinos y ellos lo perciben con nostalgia. En la entrevista con Flavio se puede apreciar: “Toda esta gente está cerrando o sea que cada uno va a vivir con lo que tiene y nada más. Antes no…antes era lindo estaban todos los campos abiertos podíamos criar vacas, yeguas, cabras (…) bueno ahora tenemos cabras, pero la cabra se pasa por eso los vecinos se enojan” (Entrevista a Flavio Páez, 22/05/09).
Los que empiezan a cerrar y delimitar sus campos, son “de afuera”, grandes propietarios cuya producción es casi exclusivamente la ganadería bovina. Alejo comenta: “¡Y claro! Y ellos han volteado para sembrar. Siembran pasto y para cuestión de la hacienda, para criar vacas (…). Para cuestión de todo eso… van volteando todo no dejan nada” (Entrevista a Alejo, 15/03/09),
La relación que establece el campesino con el monte es de extracción controlada, ellos son conscientes y esto se da principalmente en los últimos años. En el trabajo de taller en relación a la importancia de preservar el recurso surgió: “… en aquella época el monte estaba casi todo entero. Alejo intervino diciendo que voltearon pero que quedó monte, porque volteaban con el hacha, y que de esa manera se podía criar y tener cabras. En cambio, prosiguió, la gente que compró ahora, gente de mucha plata, volteó todo el monte. (…) Oscar dijo que antes era más fácil criar, porque nadie los molestaba. Ahora que ha comprado “la gringada” está más difícil. Alejo dijo de manera decidida que aquí el problema era la plata, y que no había vuelta que darle. Oscar continuó diciendo que ahora sólo puede criar animales el que tiene campo, mientras el que no tiene solo puede criar gallinas… a lo sumo.” (Registro Taller de Memoria, 23/05/09).
Con el pasar del tiempo las herramientas cambiaron, la motosierra reemplaza al hacha. La extracción de recursos forestales se hace más intensa. Mucho de ese monte degradado, ralo, que aún quedaba a fines de la década de 1990, fue arrasado por la topadora, para posibilitar la implantación de pasturas. Los campesinos nos comentan: “Ellos han topado todo y siembran pasto, la majada busca. Dejan la lonja de monte a la orilla del camino y para atrás todo topado. Antes había venta de postes, varillas, ahora no hay nada. Han liquidado los campos” (Entrevista a Flavio Páez, 22/05/09). De las entrevistas surgen los diversos usos que se hacen del monte:
(…) la cuestión de la miel, no es cierto… que vos tenés que ahora hacer el núcleo en unos cajones y antes vos ibas y dónde quiera lo hallabas, en el monte, en las plantas grandes. Y ahora no, con esto de que van volteando van matando todo, no dejan nada, no dejan nada. Y los bichos que hay, ponele que sea el conejo, el chancho de monte, el puma (…) las chivas del monte… uno las cuida, para que no se terminen, pero... con esto que van desmontando, el bicho se va corriendo para la partecita que hay un poquito de monte. El monte que ya está topado, no se recupera más. En cambio vos podrás sacar, o sea hachar para hacer leña, hacer carbón, y cortar con el hacha, ves, hasta que vuelva a salir de nuevo. Y ya a los treinta años ya lo tenés para volverlo a sacar. Y vas cortando más o menos lo necesario, no vas a cortar todo el campo, no vas a sacar todo (Entrevista a Alejo 15/03/09).
A partir del trabajo en campo pudimos relevar y queremos “realzar” otra forma de vivir y contar los hechos, permitiendo que en el relato se incorpore la mirada de los protagonistas. El rol que pretendimos asumir es el de facilitadores a partir de la elaboración de distintos documentos del contar otra historia, la de los que la vivieron y conjuntamente hicieron el ejercicio de compartirla.
La construcción de un espacio como fue el taller de la memoria permitió el intercambio intergeneracional entre integrantes de un misma familia, y de familias vecinas de la comunidad.
Queda en la memoria de la comunidad como se asentaron las distintas familias, que cultivos se realizaban, como se conservaban los productos cosechados, como se compartían los animales carneados. Persisten con sus variaciones como elementos de la identidad la producción las cabras, el uso y el conocimiento del monte de los animales silvestres que en él habitan y las plantas medicinales. Fundamentalmente el respeto al monte como principal recurso, esto es un elemento de diferenciación claro con los nuevos actores, debido a que estos requieren de la tala del monte para desarrollar su producción.
En síntesis en la identidad de la comunidad campesina, los principales rasgos identitarios visualizados en este trabajo fueron: la relación familia-tierra-trabajo; la producción caprina y el uso comunitario del monte. La restricción del uso del monte a partir del alambramiento de los campos, es en la comunidad la principal problemática, que implica tensiones, luchas y conflictos, principalmente entre las familias campesinas que permanecen en la comunidad y los empresarios ganaderos.
Los rasgos identitarios cuya oscilación del comportamiento fue estudiada en los últimos 20 años, se encontraron realzados a partir de la presencia de otros actores (productores empresarios ganaderos). Esto evidenció el proceso identificatorio, profundizando la distinción entre el “nosotros” y los “otros”.
(1) El proyecto recibe financiamiento de la 3° convocatoria de Responsabilidad Social Universitaria, de la Secretaría de Políticas Universitarias, Ministerio de Educación. Dicho financiamiento se otorgó en el mes de julio de 2008, a ser ejecutado en el plazo de 1 año. El proyecto tiene un componente de investigación en las primeras etapas y concluye con un trabajo de campo en el que se realizaron entrevistas individuales, grupales concluyendo con el Taller de la Memoria, instancia colectiva en la cual se tuvo como objetivo alcanzar acuerdos en cuanto a la construcción de la memoria de las comunidades campesinas participantes.
Ferraris, 2007; Ferraris, Riachi y Bravo (2008).
(2) Peretti et al. (1994), ha realizado una regionalización de la Provincia de Córdoba en Áreas Ecológicas Homogéneas (AEH) diferenciando cinco AEHs, considerando variables agroecológicas y socio-productivas. A su vez, dentro de cada una de las AEHs pueden diferenciarse zonas ecológicas homogéneas (ZEHs).
(3) Véase Barsky y Gelman, 2005; Girbal de Blacha, 1991; Giberti, 1986.
(4) Elizabeth Jelin (2002) incorpora este concepto en su libro “los trabajos de la memoria”. Debido a: “el trabajo como rasgo distintivo de la condición humana pone a la persona y a la sociedad en un lugar activo y productivo (…) Referirse entonces a que la memoria implica “trabajo” es incorporarla al quehacer que genera y transforma el mundo social” (Jelin, 2002:14).
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Fecha de recibido: 1 de octubre de 2010.
Fecha de aceptado: 17 de marzo de 2011.
Fecha de publicado: 1 de junio de 2011.
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