Mundo Agrario, diciembre 2023-marzo 2024, vol. 24, núm. 57, e221. ISSN 1515-5994
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Artículos

Circuitos productivos regionales, agentes y formas de implantación. Notas para un renovado marco analítico (Argentina, a principios de Siglo XXI)

Ariel Oscar García
Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR-CONICET), Argentina
Alejandro Boris Rofman
Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR-CONICET), Argentina
Cita sugerida: García, A. O. y Rofman, A. B. (2023). Circuitos productivos regionales, agentes y formas de implantación. Notas para un renovado marco analítico (Argentina, a principios de Siglo XXI). Mundo Agrario, 24(57), e221. https://doi.org/10.24215/15155994e221

Resumen: En esta investigación buscamos aportar a la renovación del marco analítico de los circuitos productivos regionales. Para ello, abordamos características productivas de agentes líderes y subordinados que conforman los circuitos productivos regionales seleccionados, puntualizando en la transformación de agentes y del rol del mercado internacional observados a través de los regímenes de acumulación, las formas de implantación y las dinámicas de dichos circuitos en el medio siglo transcurrido desde la formulación original de dicho marco analítico. Desarrollamos un enfoque cualitativo, que recurre a fuentes de información primaria y, centralmente, secundarias. Los casos abordados son: fruticultura (Alto Valle de Río Negro y Neuquén), vitivinicultura (Mendoza y San Juan), algodonero-textil (Chaco) y lechería (Santa Fe y Buenos Aires). A partir de aspectos que estructuran dichos casos, se desarrollan siete dimensiones de análisis a través de las cuales aportar a una renovada perspectiva de circuitos productivos regionales.

Palabras clave: Circuitos productivos regionales, Regímenes de acumulación, Formas de implementación, Agentes líderes y subordinados.

Regional productive circuits, agents and ways of implantation. Notes for a renewed analytical framework (Argentina, at the beginning of the 21st century)

Abstract: In this research we seek to contribute to the renewal of the analytical framework of regional production circuits. For this, we address the productive characteristics of leading and subordinate agents that make up the selected regional productive circuits, pointing out the transformation of agents and the role of the international market observed through the accumulation regimes, the ways of implantation and the dynamics of said circuits. in the half century since the original formulation of that analytical framework. We develop a qualitative approach, which uses primary and, centrally, secondary sources of information. The cases addressed are: fruit growing (Alto Valle de Río Negro and Neuquén), viticulture (Mendoza and San Juan), cotton-textile (Chaco) and dairy (Santa Fe and Buenos Aires). From aspects that structure these cases, seven dimensions of analysis are developed through which to contribute to a renewed perspective of regional productive circuits.

Keywords: Regional production circuits, Accumulation regimes, Ways of implantation, Leader and subordinate agents.

Introducción

En este artículo nos proponemos aportar a la renovación del marco analítico de los circuitos productivos regionales. Específicamente, abordamos características productivas de los agentes líderes y subordinados que los conforman, puntualizando en la transformación de agentes y del rol del mercado internacional observados a través de los regímenes de acumulación, las formas de implantación y las dinámicas de circuitos seleccionados en el medio siglo transcurrido desde la formulación original de dicho marco analítico.

La herramienta analítica de los circuitos productivos regionales posibilita la comprensión de la inter-vinculación de agentes líderes o subordinados como un sistema en el que cada quien ocupa un lugar en una estructura jerárquica y dinámica, de la cual dependerá la reproducción inter-temporal del circuito, así como el origen, dimensión y objetivos de los agentes involucrados.

No obstante, el análisis de la inter-vinculación desde una perspectiva que asuma estas relaciones como un sistema debe incorporar las nuevas y/o renovadas formas de articulación, la incidencia de las sucesivas olas de difusión tecnológica y las condiciones de inserción de los agentes líderes o subordinados en escalas y mercados en los cuales intervienen.

En función de lo anterior, esta investigación se desarrolla a partir de un enfoque cualitativo, que recurre a fuentes de información primaria (observación in situ, entrevistas semi-estructuradas) y, centralmente, secundarias (bibliografía académica, estadísticas e informes públicos).

Los casos analizados remiten a circuitos productivos regionales indagados recientemente por los autores y colegas del Grupo de Desarrollo Regional y Economía Social del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (DRyES-CEUR-CONICET) que los mismos integran (ver Rofman, 2020): fruticultura (Alto Valle de Río Negro y Neuquén), vitivinicultura (Mendoza y San Juan), cultivo de algodón (Chaco) y lechería (Santa Fe y Buenos Aires). La elección de los mismos radica en que pertenecen a regiones diferentes aunque comparten algunas características que permiten observar la transformación de agentes y del rol del mercado internacional en sus dinámicas.

Específicamente, a partir de aspectos que estructuran dichos casos, se exponen siete dimensiones de análisis a través de las cuales aportar a un renovado marco analítico desde la perspectiva de los circuitos productivos regionales: i) forma sistémica de distribución del producto social en el contexto histórico de una estructura productiva desequilibrada; ii) diversidad de formas de autoridad en el territorio; iii) características del comercio internacional de commodities y specialities; iv) construcción de capacidades estatales en contextos de transformaciones estructurales; v) relevancia de la programación del mercado por parte de los agentes líderes; vi) fragmentación de procesos y agentes ligados con la volatilidad de preferencias en el eslabón del consumo; y vii) vulnerabilidad social creciente respecto a las condiciones ambientales en los ámbitos rurales.

El artículo se organiza en tres apartados. Luego de la introducción, en el primero desarrollamos las dimensiones centrales de la formulación original. En el segundo apartado, exponemos un conjunto de elementos que resultan novedosos (cuali y/o cuantitativamente) respecto a sus antecedentes centrales. Para ello, abordamos analíticamente los regímenes de acumulación, las formas de implantación y las dinámicas en los circuitos, desarrollamos sintéticamente los cuatro casos seleccionados y las siete dimensiones de análisis citadas a través de las cuales aportar a un renovado marco analítico. Por último, presentamos las conclusiones.

Circuitos productivos regionales: un breve resumen de la formulación original

En su formulación original (Rofman, 1979; Levin, 1974; Iñigo Carrera, 1981), el enfoque de circuitos parte por cuestionar los criterios convencionales de identificación sectorial en los procesos productivos. La presencia y persistencia de agentes económicos, en lugar de ramas o sectores productivos, puede comprenderse como la consecuencia inicial de esta transformación de las bases teórico-metodológicas del análisis de la actividad económica en general y de su inscripción regional en particular. A continuación se realiza una síntesis en relación a dos dimensiones de análisis a través de las cuales pueden registrarse aspectos estructurales y coyunturales que conforman los regímenes de acumulación,1 las formas de implantación y las dinámicas de los circuitos: a) núcleos de acumulación, modos de producción y formas técnicas, y b) posición, coyuntura y estructura de los agentes.

a. Núcleos de acumulación, modos de producción y formas técnicas

En la propia formación del campo de estudios que integra el enfoque de los circuitos productivos regionales, el diálogo inicial de autores como Levin (1974), Iñigo Carrera (1981), Cariola y Lacabana (1985), Rofman (1979) se realizaba en paralelo con el que sucedió en el Atlántico Norte con autores como Wallerstein (1974) y Arrighi y Drangel (1986). A pesar de las inquietudes compartidas entre dichos autores, estos últimos poseían preocupaciones teóricas y políticas surgidas de las características de las crisis de los países centrales.

En su formulación inicial, el enfoque de circuitos productivos regionales busca caracterizar diferenciadamente a las áreas en estudio según el grado de implantación de formas capitalistas avanzadas en el territorio a partir de tres dimensiones analíticas: los núcleos de acumulación, las combinaciones regionalmente particulares de modos de producción y el predominio de formas técnicas.

Por su parte, Rofman (1979, pp. 3-5) identifica diferentes modalidades de penetración del capitalismo en la región ‒modo de producción que se despliega en América Latina como un fenómeno externo‒ que son compatibles con las exigencias de los países centrales al momento de producirse la organización definitiva del comercio internacional en función de la división internacional del trabajo. En términos históricos, esta penetración sucedería en diversas etapas, a medida que mutan las condiciones del desarrollo capitalista en los países centrales y periféricos. En términos territoriales, el proceso de penetración del capital halla contextos disímiles en los cuales insertarse. Geisse (1978, p. 11) considera que este modo desigual de afectar los subespacios nacionales que detenta la penetración del capitalismo internacional obedece a dos razones fundamentales: i) las condiciones previas de cada país en cuanto a dotación de recursos naturales, superficie y demografía, estructura social y relaciones de poder internas; ii) el nivel de desarrollo alcanzado por las formas capitalistas al momento de penetrar en las economías locales. Desde este enfoque inicial, Rofman (1979, p. 6) denomina “implantación”2 al proceso de síntesis entre las fases interna y externa que se adapta a una etapa histórica determinada, las inercias previas y los intereses de los agentes líderes en el proceso de penetración de fuerzas externas en un ámbito regional específico.

En suma, el enfoque de circuitos se relaciona con la identificación de los actores que en él intervienen, con sus formas de interrelación en los territorios y sus modos de vinculación con las tecnologías. En otras palabras, al proceso de implantación le sucede una etapa de difusión, que consiste en la capacidad que poseen las actividades recientemente implantadas por agentes líderes de extender, de permear, directa o indirectamente, su radio de acción a otros subespacios del territorio nacional (Rofman, 1979, pp. 6-7).

En función de la formulación original (ver Rofman, 1979; García y Rofman, 2020), una primera dimensión analítica de los circuitos identifica las actividades dominantes a través de las cuales los agentes líderes intervienen con la implantación y difusión de su radio de acción en circuito. Estos agentes conforman un núcleo de acumulación, alrededor del cual gira y se articula el proceso de determinación de precios, la dinámica socio-técnica y las modalidades de acumulación.

Una segunda dimensión analítica es el reconocimiento de los modos de producción dominantes a que están sometidos los procesos sociales que caracterizan al circuito. Podríamos partir por inferir un circuito agrícola predominantemente capitalista, no capitalista o precapitalista. Esta identificación se relaciona con las formas en que se despliega el proceso de generación del excedente económico y las modalidades del proceso de producción y/o distribución. En el modo de producción capitalista, los agentes líderes se apropian de parte del valor generado por formas no capitalistas y precapitalistas, las cuales centralmente se organizan mediante la reciprocidad entre grupos humanos, incluidos grupos domésticos y dinámicas asociativas comunitarias institucionalizadas. Esta situación implica reconocer que cada circuito productivo regional posee especificidades propias, ligadas a las inercias históricas, así como a las particularidades de los agentes líderes y subordinados que los conforman (de Jong, 2011).

Por último, una tercera dimensión analítica es el nivel de predominio de determinadas formas técnicas de producción que son centrales al circuito y a las que recurren los diferentes agentes, sean líderes o subordinados, en los eslabones que conforman un encadenamiento. El reconocimiento de las formas técnicas resulta central para abordar las modalidades que adquieren las tecnologías de gestión y de producto, caracterizar sus mecanismos directos e indirectos de difusión, así como la concurrencia entre diversas formas técnicas que pueden estar evidenciando los diversos niveles de productividad de los agentes involucrados en el circuito.

En su formulación original, una combinación de estas tres dimensiones analíticas podría definir los respectivos escenarios donde se presentan, diferenciados, distintos tipos de circuitos.

En suma, a) el circuito productivo regional debe ser visualizado en la integridad de su comportamiento, considerando que el mismo se fragmenta en eslabones que se distribuyen en diferentes regiones para, finalmente, integrarse en el circuito a escala nacional. Además de una fragmentación territorial, los eslabones se componen por agentes usualmente caracterizados por su heterogeneidad estructural. De tal modo, en el eslabón de la producción primaria, podremos hallar explotaciones agropecuarias gestionadas bajo parámetros cercanos a la frontera tecnológica y también unidades domésticas que desenvuelven sus actividades con un significativo nivel de vulnerabilidad en aspectos tales como la precaria tenencia de la tierra, el tipo de tecnología a disposición, la exposición a los fenómenos ambientales, una adaptación reactiva frente a las fluctuaciones de los mercados para sus productos, etc.

b) Los agentes económicos detentan una potencial capacidad relativa de acumular, de acuerdo a la posición estructural que detentan en el circuito. Sin embargo, tal ubicación y las modalidades de distribución del excedente económico global del circuito resultan cambiantes en el tiempo, incluso por efecto de disposiciones que están fuera de su capacidad de agencia inmediata (política económica, precios internacionales, fenómenos ambientales, etc.) y que afectan a dicha distribución. La vinculación de un agente de un encadenamiento con otro del eslabón siguiente se halla condicionada por la respectiva capacidad de negociación que cada agente detenta en el mercado. En tal vinculación inter-agentes y, a la vez, inter-encadenamientos, se formaliza un proceso de traslación de excedentes entre un determinado perfil de agente productivo ‒que es el perjudicado‒ y otro que opera como receptor de tal traslación, surgiendo como beneficiario del proceso. Las causas de este fenómeno de transferencia de recursos monetarios y no monetarios en desmedro de un actor social radican en la circunstancia de que el mismo se desempeña en una situación de subordinación frente al que se apropia de una cuota de excedente que no produce, aunque capitaliza para sí en tanto núcleo de acumulación. Entonces, desde la formulación original resulta significativo elaborar una interpretación de la dinámica del sistema de producción directamente vinculado al circuito, para entender y abordar las capacidades relativas de acumulación.

c) Las tendencias descritas no se podrían haber manifestado al margen de la intervención estatal (por acción u omisión, o bien por acciones y omisiones simultáneas dependiendo de las dependencias con actuación en la materia). Esta debe analizarse en el contexto histórico y regional situado, en función de las dependencias y las burocracias técnicas que implementan planes y programas en los territorios. Esta presencia no se reduce a un papel mediador de conflictos, puesto que, al estar enmarcada en el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, responde a los requerimientos del proceso global de acumulación. En los estados capitalistas, estas mediaciones implican un complejo entramado de actores (élite de estado, burócratas de terreno, etc.) que como tales poseen capacidad de agencia, más allá ‒e incluso a pesar o en contra‒ del bloque de poder que comanda la estructura económica en la escala regional y nacional. Usualmente, esa intervención se efectiviza en la regulación de precios de bienes y servicios, en la fijación de políticas tributarias diferenciales, en el condicionamiento legal y administrativo para fomentar o restringir actividades, etc.

Por último y respecto a los estudios sectoriales, la formulación original de los circuitos productivos regionales busca caracterizar a los productores a través de su desempeño al frente de una determinada unidad productiva, en contraposición al enfoque sectorial clásico, que los engloba indiferenciadamente en una rama o sector de la producción. Al adoptar el enfoque de circuitos, ése sería un sendero factible para identificar las diferencias que en cada eslabón y que en la región que analicemos presenten los agentes económicos que perciban beneficios o ingresos heterogéneos sobre el nivel de inversión efectuada o el esfuerzo laboral realizado, aun a pesar de ser responsables de tareas productivas similares.

b) Posición, coyuntura y estructura de los agentes

El agente económico y social, cualquiera sea su organización interna, la tecnología que adopte o fuerza de trabajo que contrate, realiza un cierto nivel de transformación productiva. La misma emplea insumos de producción o implica trabajo humano para transformarlos y transferirlos a otro eslabón del circuito productivo o al mercado de consumo. Realizada tal transformación, los citados insumos son incorporados a otra etapa o eslabón del proceso de producción como un nuevo producto. En su tarea transformadora, el aporte del agente económico incluye el trabajo agregado y la tecnología apropiada en relación al perfil de la actividad liderada por el citado agente. Su tasa de ganancia o su nivel de ingresos relativos quedan determinados por los beneficios brutos o las percepciones alcanzadas tras el proceso de transformación y de comercialización del bien o del servicio en el mercado y dirigido al nuevo eslabón.

La estimación de la tasa de ganancia o de los ingresos por alguna unidad de medida (por ejemplo, por persona integrante de la unidad doméstica dedicada al proceso de trabajo respectivo) varía entre los diferentes agentes económicos acorde con distintas circunstancias estructurales y coyunturales (Rofman, 1999).

Las circunstancias estructurales se refieren al contexto en que el proceso de producción se desarrolla, entendiendo por tal al conjunto de condiciones políticas, ambientales, jurídicas, etc. que comprenden la actividad bajo análisis. Además, se deben agregar las características propias de la actividad productiva, en tanto la misma puede exhibir perfiles específicos en el comportamiento de la capacidad de gestión de la unidad productiva, del acervo técnico disponible en situación de difícil modificación, en la imposibilidad de acceder a recursos financieros externos por carencia de requisitos legales, de garantías o de conocimiento para ingresar al sistema bancario formal, en el nivel de entrenamiento y capacitación de la fuerza de trabajo, en el acceso a información relativa a los mercados, etc. Estos factores adquieren carácter estructural cuando son persistentes en el tiempo y no pueden ser removidos en el corto o mediano plazo por las características propias de su presencia externa o interna a la unidad productiva. El rango en que se presentan las diferenciadas tasas de ganancia o niveles de ingreso ponderados por alguna unidad de trabajo de acuerdo a los agentes económicos, resulta heterogéneo y suele depender de las modalidades con que los citados condicionamientos estructurales afectan al desenvolvimiento de las actividades productivas. La variación estimada, luego de evaluarse en cada caso los valores alcanzados por las tasas de ganancia o los ingresos por unidad de trabajo, queda determinada no solamente por los procesos estructurales referidos.

En efecto, las circunstancias coyunturales incluyen un conjunto de factores que alteran o condicionan los correspondientes niveles de los valores referidos y que se agregan a los procesos estructurales. Un imprevisto fenómeno ambiental o una caída en los precios de mercado pueden constituirse en factores de resolución en un corto plazo. No obstante, su impacto es diferenciado en los distintos agentes económicos. Resulta probable que la capacidad de neutralizar los impactos negativos y de capitalizar los positivos se encuentre asociada al nivel de desarrollo relativo en la faz técnica y organizativa de la unidad productiva, al posicionamiento jerárquico entre los eslabones que componen el circuito (Rofman, 2020).

En el marco analítico inicial se parte del reconocimiento del grado de control que algunos agentes, de mayor dominio sobre las transacciones que se ejercen en el interior del circuito, poseen sobre el conjunto, frecuencia e intensidad de las relaciones que despliegan los agentes económicos. En este control, el aludido proceso de difusión resulta central, en la medida que define la amplitud regional que el sistema y los estilos de desarrollo están posibilitados de alcanzar (Rofman, 1979, p. 8). La vigencia de formas oligopólicas o monopólicas en el circuito resulta determinante para apreciar la dinámica de circulación del capital en el interior del proceso de producción.

Los efectos de las formas oligopólicas o monopólicas en el circuito y los modos de organización del proceso productivo y/o la posibilidad de acceso a disposiciones del poder político repercuten diferenciadamente en la cuota del excedente que algunos agentes generan y otros se apropian. Por un lado, los mecanismos a través de los cuales los agentes económicos y sociales efectivizan los procesos de transferencia de excedentes consisten preferentemente en transacciones financieras, el pago de rentas de capital o en las extracciones de beneficios vía control del sistema de precios impuesto por quienes detentan mayor capacidad participación de mercado. En el primer aspecto, resulta habitual que ganancias generadas en un espacio determinado, cuando adquieren un volumen relativamente significativo y han sido producidas por empresas de capital extrarregional, sean transferidas a través del sistema financiero a sus propietarios y/o accionistas no locales. El posicionamiento jerárquico de los agentes líderes les permite acceder a mercados financieros diferenciados (usualmente, banca internacional, líneas de créditos a tasas preferenciales en la banca comercial y/o líneas de crédito subsidiadas por programas estatales) debido a que se constituyen en núcleo de acumulación del circuito. En casos en los que se destinen líneas de crédito a los agentes subordinados, los agentes líderes pueden responder cuotificando o extendiendo los plazos de pago de la producción primaria, con lo cual el crédito beneficia no necesariamente a su titular (Levin, 1974). La segunda cuestión arriba abordada se relaciona con los pagos a inversiones determinadas, tales como la tierra rural o urbana y sus mejoras, créditos obtenidos en la banca nacional o la internacional y la remisión de pago de regalías por adquisición o alquiler de tecnología. En este caso, las transferencias de excedentes de un agente económico inserto en un circuito productivo regional a otro que esté ubicado en otro circuito en una región diferente, implican cesiones de beneficios obtenidos en la unidad productiva y su remisión a quienes detentan la propiedad de tales inversiones de capital. Finalmente, en un tercer nivel de análisis hallamos uno de los mecanismos más representativos del poder de sujeción de un segmento de agentes económicos sobre otros. Es el caso de quienes detentan mayor capacidad operativa al interior del circuito (grandes empresas, grupos económicos nacionales o multinacionales) para fijar modalidades de vinculación inter-agentes que resultan perjudiciales para aquellos de menor poder negociador.

En síntesis, la formulación inicial correspondiente al marco analítico de los circuitos productivos regionales elaborado en la década de 1970 considera que las desigualdades o diferencias advertidas en el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, su dinamismo y su potencialidad según el entorno regional, encuentran explicación en las formas de generación, apropiación y utilización de los excedentes que los agentes económicos y sociales realizan a través de las actividades correspondientes al eslabón del circuito inscrito en dicha región. No obstante, a continuación cabe apuntar a dimensiones analíticas con las que aportar a una renovada agenda para el marco analítico, en función de las transformaciones sociales operadas desde su formulación original.

Núcleos problemáticos para un aggiornamiento

El contexto del capitalismo y el estado latinoamericano periféricos, que sirvió de inspiración para la formulación original de los estudios sobre circuitos productivos regionales expuesta en el apartado anterior, supone una revisión sustancial en tanto los contextos que han estructurado a los procesos de acumulación regional en la década de 1970 han sufrido transformaciones relevantes que resulta preciso incorporar al análisis. Para ello, este apartado se focaliza en desarrollar: a) regímenes de acumulación y formas de implantación; b) dimensiones para un renovado marco analítico.

a. Regímenes de acumulación y formas de implantación en las dinámicas de los circuitos productivos regionales

A continuación, presentamos algunas de las dinámicas espacio-temporales que resultan significativas en función del devenir argentino, considerando centralmente momentos de auge y crisis de los regímenes de acumulación. La tabla siguiente se centra en estos momentos debido a que resultan centrales para el enfoque de circuitos, debido a que permiten inferir interfaces entre políticas estatales y agentes, hitos en los que se aprecia una transformación en los roles que asumen unas y otros en un determinado régimen de acumulación y situaciones de crisis de reproducción de agentes y eslabones específicos, cuestiones que pueden redundar en una salida de la actividad o en una reconversión.

Tabla 1
Dinámica espacio-temporal en circuitos productivos regionales según régimen de acumulación y formas de implantación
Dinámica espacio temporal1975-19891989-20022003-2023
Régimen de acumulaciónCrisis del régimen de acumulación fordista Auge del régimen de valorización financieraAuge y crisis del régimen de valorización financieraAuge y crisis del régimen de acumulación neo-desarrollista Auge y crisis del régimen de valorización financiera
Formas de implantaciónEstado-Nación Capital comercialCapital comercial privado y extranjeroCapital Financiero Estado-Nacional
Dinámicas de los circuitos productivos regionalesCrisis de la estructura de los agentes Redistribución regresiva de la renta Vitivinicultura: especialización, segmentación, penetración de grupos económicos extra regionales. Lácteo: presencia de escasas plantas procesadoras y especialización exportadora de sub-productos. Algodón: verticalización comandada por empresas grandes vinculadas al algodón (desmotadoras), por exportadoras cerealeras y aceiteras e hilanderías en la etapa industrial. Fruticultura: segmentación de mercados impulsados por exportadores; bajos precios y desincentivo a la incorporación tecnológica como mecanismos estructurales del desplazamiento de la pequeña producción
Fuente: elaboración propia.

En función de la tabla expuesta y a partir del análisis en torno a las formas de implantación y las propias dinámicas que atraviesan los circuitos seleccionados, cabe puntualizar que los procesos analizados se han ido reconfigurando a partir de momentos de auge y crisis en los regímenes de acumulación. Es decir, se han redefinido a partir de momentos específicos de articulación de las variables económicas, en el marco de una estructura económica definida, una peculiar forma de estado y de los conflictos que se despliegan entre los bloques sociales (Basualdo, 2007; citado en Gerchunoff y Reche, 2021, p. 37).

En el contexto de elaboración del enfoque original, la división del trabajo y las brechas tecnológicas resultaban relativamente menores, con lo cual la disparidad de productividades no redundaba necesariamente en el desplazamiento de una parte significativa de los pequeños productores de los circuitos productivos regionales que integraban. Esta pequeña producción se orientaba a un mercado interno estructurado a partir de un consumo doméstico sostenido con una distribución del ingreso relativamente más equitativa que la resultante de la crisis del régimen de acumulación fordista y del auge del régimen de valorización financiera. Se trata de una etapa histórica dominada por los “cultivos industriales” (yerba mate, tabaco, frutas de pepita, vid, algodón, etc.) de las regiones extra-pampeanas, que sustentaban explotaciones agrícolas pequeñas o medianas, que incluso solían formar parte de colonias agrícolas.

El escenario descripto se ha modificado en las últimas décadas, donde la inserción internacional de la producción, la afectación diferencial de los eventos climáticos de acuerdo a la posición y fortaleza relativa de cada agente en la estructura productiva, así como la incorporación de tecnologías de gestión y producto resultan centrales para dirimir la persistencia o desplazamiento en la actividad primaria a partir de las variables formas de redistribución de la renta del circuito.

A continuación se presentan dimensiones referidas a los eslabones primario, industrial y comercial de los circuitos productivos regionales expuestos en la tabla. En cuanto al circuito productivo regional vitivinícola, en 2017 se registraron cerca de 203 mil ha para vinificar, algo más de 24 mil viñedos (Instituto Nacional de Vitivinicultura -INV-, 2017) y aproximadamente 17 mil productores. Las dos principales provincias elaboradoras de vino son Mendoza (73%) y San Juan (20%). Esta primacía se despliega a la par de un proceso de concentración de bodegas. Durante el decenio 2011-2021, las bodegas elaboradas de vino pasaron de 698 a 611 en Mendoza y de 155 a 108 en San Juan (INV, 2022). Este proceso se desarrolla a la par del avance de la integración vertical asociada a la producción de vinos varietales (Subsecretaría de Programación Macroeconómica -SSPM-, 2018).

En el eslabón primario, predominan las fincas de pequeña superficie (menores a 10ha) de producción familiar con problemas de descapitalización, la prevalencia de maquinaria obsoleta, el predominio de uvas genéricas y viñedos viejos, formas asociativas para la comercialización y elaboración por maquila. Respecto al desempeño de las primeras décadas del siglo XXI, cabe considerar la expansión de grandes propiedades (mayores a 50 ha) altamente tecnificadas, en localizaciones no necesariamente contiguas, así como la introducción y difusión de uvas varietales, plantaciones jóvenes en esquemas diversificados territorialmente e integrados productiva y comercialmente. En este contexto, se registra una expansión y concentración de superficie, una disminución de viñedos de menor escala y un incremento en las escalas grandes, el encarecimiento de mano de obra junto con la demanda de nuevos oficios (ligados a la gestión técnica), la expansión de variedades tintas de alta calidad enológica y un retroceso de uvas blancas y rosadas, así como un avance de sistemas de conducción por espaldera y una reducción del parral (SSPM, 2018).

Por su parte, en el eslabón industrial, la elaboración de vino proveniente de uva de la pequeña producción se suele desarrollar por cuenta de terceros y con comercialización a granel, con un escaso seguimiento de las prácticas culturales de la materia prima y acotado poder de negociación de precios, que suelen abonarse cuotificando pagos en doce meses por parte de las bodegas. Respecto a estas, se trata de un universo heterogéneo. Usualmente, a medida que la escala aumenta resulta mayor la integración vertical, con un seguimiento de calidad de la materia prima. Desde principios del siglo XXI, sobresalen las bodegas boutique, con una baja escala, altamente capitalizadas e incluso asociadas al enoturismo. Esta fragmentación de los actores intervinientes, se halla mediada por la concentración e integración vertical, lo cual redunda en una crisis del sector trasladista (bodegas elaboradoras, usualmente próximas a viñedos y a vías de comunicación). En este esquema, algunas bodegas ofrecen instalaciones en alquiler (para elaborar y fraccionar, así como depósito). Asimismo, se observa una creciente importancia del marketing dirigido a la construcción de la imagen del vino (instalación de marcas, nuevos envases y etiquetados, etc.) así como la diferenciación de productos, en los cuales se destaca el enoturismo y el turismo rural (SSPM, 2018).

Respecto al circuito productivo lácteo, las provincias pampeanas son responsables del mayor procesamiento (11,6 millones de litros de leche cruda en 2021) en el eslabón industrial del circuito nacional: Buenos Aires (44%), Córdoba (28%), Santa Fe (15%) y Entre Ríos (9%). El eslabón primario es el más atomizado, con 10.446 tambos donde prima la heterogeneidad, con diferentes tamaños y modelos tecnológicos de producción. Cerca de dos tercios de los mismos procesan menos de 3.000 litros por día y participan del 28% de la producción. Tal como se observa a escala mundial, se registra una tendencia a la concentración de la producción en unidades de mayor tamaño. En el lapso 2018-2021 el estrato de productores de más de 10 mil litros por día pasó a representar de 3,3% a 4,8% de los tambos y de 19,5% a 25,8% de la producción, respectivamente. Como correlato de esta tendencia, han reducido su participación los estratos inferiores debido al quebranto de tambos más pequeños por descapitalización ‒aunque a una tasa interanual de disminución menor a la exhibida por Australia y la Unión Europea‒ (García I.L, 2020; SSPM, 2022).

En cuanto al circuito productivo regional algodonero-textil, Chaco ha representado históricamente el área de mayor producción, con una participación relativa que ha oscilado entre el 50% y el 70% del total nacional. En la campaña 2022/23, el 52% de los 679 productores registrados en el país desarrollaba su actividad en dicha provincia y participaba con un 27% de las 240 mil hectáreas sembradas (Sistema de Información Simplificado Agrícola -SISA-, 2023). Desde la década de 1990, Santiago del Estero se convirtió en la segunda provincia productora del país, aunque también se destaca a Formosa. En particular, la producción algodonera es sensible a eventos ambientales ligados con la variabilidad de los regímenes pluviométricos y la proliferación de plagas. En relación a los subproductos, la fibra de algodón es el rubro central en términos de volumen de exportaciones del circuito (SSPM, 2017a).

En cuanto a la etapa industrial, el 89% de las plantas desmotadoras del país registradas en 2015 ‒con una capacidad de procesamiento total de cerca de 1,9 millones de toneladas de algodón en bruto‒ se encuentran localizadas en las principales regiones donde se despliega el eslabón primario, mayormente en Chaco, Santiago del Estero y Santa Fe. El segmento más concentrado son las hilanderías, en virtud de las elevadas economías de escala prevalecientes, en tanto el de indumentaria es el más atomizado y heterogéneo, con escasa composición de capital. Tanto en el eslabón textil como en el de indumentaria, más del 80% de las empresas son micro y pequeñas, aunque en el primero se observa una participación relativa mayor de las grandes y medianas (SSPM, 2017a).

Por su parte, el sector textil en la Argentina es deficitario y su dinámica es susceptible a los acuerdos internacionales y a políticas de protección nacionales. La configuración actual del mapa textil presenta una marcada disociación entre los principales centros de producción, situados en Asia Pacífico y los destinos más importantes de consumo, ubicados en los países centrales (SSPM, 2017a).

Por último, respecto al circuito productivo regional frutícola del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, este integra un área productiva cercana a 35 mil hectáreas implantadas con frutales (cerca de la mitad corresponde a manzana), distribuidas 85% en la primera provincia y 15% en la segunda, con cerca de 4 mil productores, 260 establecimientos de acondicionamiento y empaque, 220 establecimientos frigoríficos y 11 empresas elaboradoras de jugo concentrado (Cámara Argentina de Fruticultores Integrados -CAFI-, 2023).

La región del Alto Valle explica cerca del 90% de la producción de peras y manzanas, completando el total nacional Mendoza. En dicha región, mayores niveles de productividad se registran en los estratos medios, a los cuales pertenecen el 17% de los productores de entre 20 y 50 ha que ocupan el 25% de la superficie. En el eslabón del empaque, se observan empresas que han alcanzado estándares de tecnología de frontera, aunque persiste cierta heterogeneidad entre los actores intervinientes en función de la eficiencia operativa definida por la mayor o menor cantidad y calificación de personal empleado. La fase industrial posee un carácter complementario en el circuito: los productos procesados representan 40% de la producción en manzana y cerca del 25% en pera (SSPM, 2017b, pp. 8 y 12).

b. Dimensiones para un renovado marco analítico

A partir de la síntesis realizada en torno a los escenarios que estructuran los circuitos vitivinícola, lácteo, algodonero y frutícola, entre las dimensiones que cabría considerar para actualizar el marco analítico, se puede señalar:

1) Resulta central repensar el producto más que como fruto de una actividad sectorial, como resultado de un proceso de un agente cuyas cualidades deben abordarse de forma sistémica y relacional, en el contexto histórico de una estructura productiva desequilibrada (Sunkel y Gligo, 1980).

Por caso, un análisis previo (Rofman, 2020) de la producción vitivinícola de San Juan invita a atender a las dinámicas del cambio tecnológico, a los nuevos sistemas de logística y transporte, a las formas de difusión de la innovación, al rol de las telecomunicaciones como modo de acceso a mercados lejanos. En lo fundamental, la producción vitivinícola experimenta un proceso de fragmentación. De convertir a la bebida de consumo final en una commodity se ha pasado a un escenario en donde una dinámica y singular modalidad productiva ‒en base a cepas importadas recientemente y tecnología altamente modernizada‒ ha redundado en la producción de vino diferenciado, de alta calidad. Estas inversiones han sido impulsadas por parte de bodegas tradicionales aunque fundamentalmente por inversiones extranjeras, con mercados segmentados y de diferente dinámica respecto de la histórica, orientada al mercado interno. La inserción internacional de la producción, así como la incorporación de tecnologías de gestión y producto resultan centrales para dirimir la persistencia o desplazamiento en la actividad primaria. De este modo, el destino de miles de pequeños viñateros, establecidos en las regiones productoras que estaban respaldadas por la intervención estatal en forma directa, ha ido progresivamente mudando en un paisaje de múltiples iniciativas de transformación de uva seleccionada en vino de mesa de mayor valor de mercado, con cepas desconocidas hasta la década de 1990, con tecnología de manejo específica y con una significativa producción orientada al mercado externo de consumo conspicuo en países de altos ingresos. Por otra parte, en distintas áreas de Mendoza se observa una sustitución de la vitivinicultura hacia la horticultura.

Por último, el circuito lácteo pampeano evidencia un proceso particular de conformación del mercado productivo local acompañado de una tendencia hacia la concentración de capital y de una irrupción de nuevos bienes manufacturados orientados al comercio internacional. Esta sustancial modificación de patrón productivo, agentes económicos inversores de perfil idiosincrático y mercados internacionalizados ‒frente al mercado interno como destino predilecto hasta la década de 1990‒ conlleva a una revisión de la formulación original del marco analítico de los circuitos productivos regionales.

Los procesos productivos adquieren especial relevancia al ser evaluados desde el perfil de los agentes económicos que se articulan en función del contexto del cambio tecnológico efectivamente desplegado. La capacidad de controlar el circuito, de estructurar y definir por acción u omisión a los agentes que participan del mismo, obteniendo así una tasa de ganancia superior a la de los demás integrantes del mismo, pasa a depender tendencialmente de la apropiación de los beneficios del cambio tecnológico así como de la capacidad de avanzar en el control de la gestión comercial, en especial la orientada al sector externo. En circuitos productivos regionales como los expuestos resulta relativamente más rentable desplegar actividades de procesamiento de la materia prima, de orientación de la oferta y del incremento de la eficiencia en la organización del proceso de comercialización de los bienes en los mercados que emergen y se consolidan, considerando particularmente el perfil cambiante de la demanda.

En síntesis, la complejización creciente de los procesos de producción, comercialización y consumo puede conllevar a la desaparición del producto final como commodity y convertirlo en múltiples subproductos con variado perfil ‒incluso en el segmento de las specialities‒. De este modo, se puede evidenciar la capacidad diferencial de acceso a eventuales consumidores y vínculos estrechos con sistemas de financiarización que facilitan o restringen el ingreso a mercados de diferente perfil. Al reconocer que los circuitos productivos regionales suponen un continuum dinámico con trayectorias desde la implantación hasta la consolidación de un núcleo de acumulación y su crisis, debe agregarse que el rol de la técnica es fundamental para el diseño de procesos productivos que redunden en una modificación de los subproductos que comandan la acumulación. Así, resulta de interés observar las transformaciones en las tecnologías y modos de cosecha en el algodón y la vitivinicultura, la especialización productiva (por caso, el mosto –jugo concentrado de uva‒ en este último circuito en San Juan), el desarrollo de specialities (derivados lácteos con agregados de probióticos) y/o la exploración de nuevos mercados para sub-productos (por caso, la cascarilla de algodón como forraje para ganadería bovina).

Entonces, un marco interpretativo en el contexto de principios de siglo XXI, debería partir por comprender circuitos productivos regionales involucrados en actividades basadas en una materia prima de origen común aunque con agentes fragmentados acorde con cada secuencia de encadenamientos sucesivos que se diferencian unas de otras. De un escenario altamente homogéneo en su interior cada subcircuito se multiplica en vinculaciones caracterizadas por una creciente heterogeneidad, sobre la cual cabe abordar las novedosas formas de gestión de la tierra bajo esquemas financieros (Caligaris, 2017).

De este modo, los respectivos mercados de oferta y demanda suelen carecer de vínculos entre sí pese a pertenecer a una misma región en la que se produce una materia prima o insumo común y presentan una estructura múltiple con un producto inicialmente compartido. Por caso, la leche que servía como insumo para la producción de quesos de uno o dos tipos por numerosos tambos devenidos en unidades generadoras y procesadoras de la materia prima, se expandieron desde el uso de tecnologías simples de carácter artesanal hasta la implantación de procesos altamente tecnologizados, usualmente provenientes de áreas de investigación especializadas que operan en un mismo complejo productivo. A partir del decenio de 1990, este escenario se transformó con la presencia de escasas plantas procesadoras que integran el insumo central con una posterior etapa de industrialización que culmina con variados productos, mercados segmentados y presencia de complejos procesos técnicos. En la década de 1970, no se registraba una producción significativa de leche en polvo y centralmente se destinaba al mercado interno. A principios de siglo XXI, es una producción relevante para mercados externos emergentes que ocupan una porción significativa de la capacidad instalada en las plantas procesadoras (García I.L., 2020).

2) En su formulación original, el marco analítico de los circuitos productivos regionales ha indagado tangencialmente la complejidad de las diversas formas de autoridad que son posibles identificar en el territorio, puesto que al enfocarse en la planificación estatal ha partido del supuesto de la omnipotencia de la misma y de la búsqueda del lucro como móvil omnipresente entre los sujetos sociales, sin considerar que la capacidad de agencia reconoce una multiplicidad de formas de autoridad y reproducción social en los territorios (Tapia, 2010). Resulta esencial abordar el problema de quienes conducen el proceso económico y cómo se define y distribuye el comando entre los agentes líderes. En la perspectiva que aquí propugnamos, este reconocimiento de la multiplicidad de formas de autoridad y reproducción social en los territorios permite actualizar el marco analítico de los circuitos productivos regionales al discutir el constructo “estado”. Para ello, se busca trascender el abordaje sobre las formaciones estatales de la periferia en los términos del tipo ideal burocrático weberiano. En efecto, se considera relevante abordar efectos y resultados en la estructura productiva, comprender prácticas económicas de y en torno a la institucionalidad estatal (Joseph y Nugent, 2002; Abrams, 1977).

Por ende, debe reconocerse la inserción en luchas sociales que caracterizan la dinámica histórica latinoamericana en un marco de cambios de paradigmas tecno-productivos. Un renovado enfoque de circuitos debería reconocer las relaciones de subordinación entre los actores en cada contexto y los modos en los que la organización social construye un sendero de desarrollo que trascienda la institucionalidad estatal. En la formulación original, la propia idea de subordinación se centraba en la determinación de precios (fijación que asegura la traslación de renta agraria hacia el sector industrial y comercial) y en las dificultades que atraviesa la regulación estatal de las relaciones entre el capital y el trabajo en el agro. En un enfoque renovado, la propia idea de subordinación podría partir de este esquema original para avanzar en múltiples escalas en las que se instituyen las formas de apropiación del excedente (comercio internacional, intermediación agroindustrial inter-regional, modalidades en que se puede determinar la imposición de precios en la culata del camión o en el acopio, etc.). Incluso, la idea de subordinación productiva podría incluir dimensiones culturales que usualmente resultan soslayadas en los análisis de matriz económica. A saber, reconocer que los precios se suelen construir más allá de la determinación de la estructura de costos, que la propia noción de negociación implica reconocer grados de autonomía entre compradores y vendedores en los que la capacidad de decisión habitualmente resulta acotada en los eslabones más débiles, etc.

3) La identificación de un escenario en el que la inserción subordinada en el comercio internacional supone identificar el papel relevante que adquieren las commodities y, en menor medida, las specialities. En el sector agrario pampeano se ha registrado una transformación del perfil de los agentes. En la década de 1960 y 1970, los actores subordinados eran los chacareros de la pampa húmeda que producían en su tierra y que usualmente eran asociados de la Federación Agraria Argentina. En el devenir del siglo XX, esa figura simbólica y del punto de vista de la representación social, se transformó en sujeto protagonista de un cambio histórico ligado con la revolución tecnológica en el agro y con la internacionalización de los mercados agrícolas. A principios de siglo XXI, algo semejante sucede con los descendientes de colonos productores de algodón en Chaco, los cuales no dispondrían de representaciones gremiales significativas para encontrarse en condiciones de acceder a la tierra y/o a mejorar las condiciones para comercializar su materia prima con mayores grados de autonomía en el mercado interno. Los problemas centrales se ligan con los mecanismos de acceso al mismo y con la búsqueda de mejorar la productividad.

Por lo tanto, más que centrarse en el estudio de la producción primaria y en la industria agroalimentaria organizada por grandes firmas multinacionales, deberían también reconocerse las problemáticas que integran la transformación de la materia prima y el acceso a los mercados, así como los efectos sobre el devenir de los actores y estructuras. A diversas escalas, un renovado abordaje de circuitos productivos regionales, supone reconocer que su estructura es dinámica, lo cual implica identificar un continuum que puede ir desde la implantación hasta la consolidación de un núcleo de acumulación y su crisis por factores endógenos (conflictos irresueltos, fenómenos ambientales, etc.) y/o exógenos (reestructuración de mercados domésticos y externos, aparición de nuevos competidores en diversas latitudes, sustitución de cultivos y/o variedades, etc.).

4) La necesidad de relativizar el cuestionamiento sustantivo del sistema capitalista de producción que resulta ostensible en el marco analítico de la década de 1970. Desde entonces, se han transformado facetas sensibles fundamentales de los distintos eslabones y estrategias del contexto que otorga densidad a los agentes que integran un circuito determinado. Se han modificado los anhelos de los actores subordinados que más que reclamar por un cambio de modo de producción, pueden cuestionar el modo como se conduce y se distribuye el excedente; así como buscar formas para incrementar su productividad.

En el decenio de 1970, conducir las aspiraciones a partir de un estado latinoamericano periférico que construyera senderos de autonomía y que se encontrara legitimado por las luchas sociales resultaba una condición necesaria para una planificación democrática y cuestionadora de los enfoques tecnocráticos. A principios de siglo XXI, las transformaciones sociales, económicas y políticas de la sociedad posfordista, requieren de la construcción de capacidades estatales para el diseño y elaboración de estadísticas, así como de la formalización de procesos productivos que, más allá del nivel de ingreso, pueden no hallarse identificados por las estructuras de regulación estatal.

En esta dirección, la opción por la noción de capacidades estatales se efectúa en función de su utilidad para indagar los modos de hacer del Estado y las posibilidades de acción que detenta a través de diversos instrumentos orientados a la cuestión ambiental y socio-productiva (programas, planes, etc.). Se trate de un proceso de construcción iterativo o de despliegues en contextos no programados en escenarios que difícilmente se ajusten al plano normativo y en los que la indeterminación resulta habitual, la implementación efectiva posee consecuencias en las condiciones ambientales de reproducción de los circuitos productivos regionales. Por ende, desde el aggiornamiento que aquí se propone, más que enfocarse en las “distancias” entre el diseño y la implementación, un análisis sobre políticas estatales que poseen la cuestión regional como objeto debería considerar la dinámica que éstas adquieren en el proceso de diseño-implementación, a partir del accionar de diferentes actores –estatales y no estatales- para comprender los resultados y efectos operados.

5) A la par de considerar el debilitamiento de la capacidad de los instrumentos de planificación de los estados periféricos, debe evaluarse el incremento de las herramientas de programación de mercado que poseen los principales agentes económicos, que se valen del procesamiento posible en la era de la información y del análisis de microdatos que aportan voluntaria ‒e incluso conscientemente‒ sus clientes al emplear las aplicaciones de celular. En sus fases más avanzadas, estos agentes se hallan en condiciones de eludir la regulación financiera y tributaria de los estados (por caso, la proliferación de bancos digitales y las criptomonedas, lo que expone la desmaterialización de la moneda). Este hecho permite evidenciar una transformación cualitativa en la dinámica de los mercados, en los cuales la velocidad del procesamiento de datos y su conocimiento “en línea” implica una inusual fluidez para la toma de decisiones. Asimismo, del lado de los/as consumidores/as, puede observarse un incremento en la exigencia por la calidad (no solo en el producto, sino también en su trazabilidad), aspecto en el que también se vincula la construcción social de las preferencias, impulsada por las estrategias diversas de marketing alimentadas por los microdatos.

Sin embargo, esta debilidad de la capacidad de los instrumentos de planificación estatal puede permitir también una apertura de espacios de participación social bajo diversas estrategias de planeamiento, incluida la planificación conflictual, donde la comunidad organizada elabora su propia estrategia frente a la que buscan imponer los agentes líderes. Esta apertura también implica reconocer las dificultades de los instrumentos de planificación estatal para conciliar objetivos diversos (los de la burocracia y sus esquemas de implementación y evaluación de políticas, los de los agentes líderes y sus modos de implantación en las regiones, los de la sociedad civil organizada y sus necesidades de reproducción, etc.). Incluso, observar la incapacidad de diversos experimentos burocráticos para construir escenarios conjuntos con la sociedad organizada a partir de la articulación de distintos saberes (cotidianos, académicos, técnicos, etc.). Este aspecto resulta nodal para una estrategia de desarrollo concebida desde la sociedad organizada, en la que también se puedan reelaborar las perspectivas estado-céntricas y discutir el incremento de herramientas de programación de mercado empleadas por los agentes líderes.

6) Asimismo, se evidencian procesos fragmentarios tanto desde el lado de la oferta como del de la demanda, donde los respectivos encadenamientos deben reajustarse a perfiles heterogéneos cambiantes y, usualmente, sujetos a exigencias de los mercados que absorben los productos finales a pautas impuestas por la preferencia de los consumidores, que adquieren relativa volatilidad y alteran el proceso de producción por factores no controlables por éste. Un caso paradigmático al respecto es el de la manzana, que satisfacía hasta hace dos décadas al típico consumidor interno, con excedentes que se exportaban a mercados de ultramar. La variedad de la manzana Red Delicious detentaba una presencia estable en el consumo nacional. Se obtenía de plantíos de árboles frutales con dicha especie y era la más valorada y difundida en el mercado nacional. Las estimaciones de las tasas de ganancia por eslabones diferentes tomaban la producción y comercialización de dicho bien diferenciado como referencia central. En la medida en que el sector exportador comenzó a verse afectado por el impacto de una modificación de la preferencia del consumidor en los mercados europeos tradicionales, una nueva variedad, de menor tamaño y características diferentes fue deteriorando el volumen de la Red Delicious, que se importaba en Brasil como una commodity, pasando a la nueva variedad como eje central de la absorción de esa fruta proveniente del mercado latinoamericano. Esto ocurrió en el momento que las plantaciones brasileñas adquirían creciente importancia, dedicadas enteramente a satisfacer el mercado que había innovado en su gusto, ocupando espacios de compra antes reservados a especies frutales tradicionales. Ello supuso modificaciones internas significativas en la renovación de las plantaciones, centrada en las especies demandadas por el comercio internacional y produciendo cambios significativos en el manejo de las nuevas plantaciones y en la organización del comercio exterior. De tal modo, surgieron dos mercados segmentados: el tradicional ‒con la especie histórica en declinación‒ y el moderno, competitivo con el brasileño, con otras modalidades de desarrollo y de incorporación a los mercados emergentes. En casos como estos, la difusión internacional de las tendencias alimenticias y los procesos técnicos para producir los nuevos plantíos implicó la necesidad de análisis de los dos circuitos como escenarios diferentes. Las nuevas estructuras de análisis de las respectivas tasas de ganancias de cada eslabón del circuito implican la modificación de las herramientas metodológicas para abordar escenarios de cambiantes relaciones socio-técnicas.

7) Finalmente, un enfoque aggiornado de circuitos productivos regionales debería reconocer la problemática ambiental y las estrategias de adaptación de los agentes subordinados, particularmente vulnerables al cambio climático (IPCC, 2014). La inserción de la pequeña y mediana producción agropecuaria y agroindustrial en los circuitos productivos regionales, suele participar en pequeños (y usualmente, frágiles) eslabonamientos de generación de valor a través de diversos formatos asociativos desde una posición subordinada con los eslabones agroindustrial y comercial. Junto a la dimensión ambiental y económica, resulta de interés incorporar la vulnerabilidad creciente de este sector social en relación al deterioro de sus condiciones de habitar y de reproducción cultural en los ambientes rurales. El cambio climático y otros procesos antrópicos como la desertificación, la pérdida de biodiversidad, los corrimientos de la frontera agraria, las inundaciones, entre otros, han implicado una afectación del acceso al agua como derecho básico, la pérdida de sus sistemas productivos y con ello sus medios para el autoconsumo. De este modo, se puede vulnerar la posibilidad de reproducción y permanencia en sus lugares de pertenencia. Si bien la complejidad de estos procesos dificulta la evaluación en escala regional, se considera fundamental sostener un enfoque de análisis que destaque las dimensiones ambientales, sociales y económicas tanto de los efectos como de las posibles estrategias para la adaptación al cambio climático. Respecto a este último, se pueden considerar como indicadores centrales la variación de las temperaturas medias, las dinámicas en el régimen de precipitaciones y la ocurrencia de eventos extremos. Estos tres indicadores poseen una incidencia significativa en la estructura productiva y su capacidad de generar y sostener las características de cada eslabón. Por lo expuesto, se entiende que un escenario que aborde la problemática ambiental desde un enfoque regional debe considerar las capacidades estatales, las cuales suponen formas de imbricación inercial respecto a iniciativas económicas diversas, la normativización de la producción, la mercantilización de los servicios ambientales, la comercialización de la producción agraria y la distribución del valor generada en cada circuito.

Reflexiones finales

En esta investigación hemos intentado exponer la importancia de un marco analítico que reconozca las condiciones estructurales, contextuales y los modos de adaptación a las modificaciones que buscan imponer los agentes líderes a través de las formas de implantación y de su constitución como núcleos de acumulación.

En los circuitos productivos regionales abordados, se puede apreciar la reproducción de formas desiguales y no combinadas de estructuración de circuitos superiores e inferiores en los que se organizan las economías agrícolas. Esta situación puede explicarse por la creciente heterogeneidad de productos y consumos, lo cual redunda en la conformación de mercados diferenciados con relativa autonomía.

Por último, el esquema del circuito productivo regional es también aplicable para la programación de un desarrollo regional inclusivo y sustentable. Ello permitiría la apertura de nuevos escenarios en el proceso de diseño de estrategias de intervención en ámbitos regionales, que consideren eventuales comportamientos sectoriales a desplegar en el logro de objetivos de crecimiento sustentable. Incluso, esta herramienta de programación posibilitaría también reconocer a ganadores y eventuales perdedores en los correspondientes proyectos productivos.

Así, se torna factible programar desarrollos de determinados sectores y eslabones al tiempo que se diseñan sistemas distributivos, mejorando los beneficios económicos y la calidad de vida de agentes sociales subordinados y se imponen limitaciones a perceptores altamente concentrados, que generan elevadas tasas de ganancia debido a la captación de rentas especulativas o diferenciales. En suma, hemos procurado aportar elementos conceptuales que permitan elaborar nuevos interrogantes para investigaciones futuras.

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Notas

1 Con la noción de régimen de acumulación se refiere a procesos de formación, consolidación, profundización y crisis de un determinado funcionamiento y articulación de variables económicas que se liga con una particular estructura económica, forma de estado y conflictos entre los bloques sociales; lo cual supone observar regularidades, dinamismos y relaciones de causalidad en su evolución, así como la reiteración de hitos significativos (Gerchunoff y Reche, 2021, p. 37).
2 En su formulación original y refiriéndose a la época colonial en el territorio de la actual Venezuela, el proceso de implantación se expresa como un sincretismo de diferentes corrientes migratorias y distintos modos de producción, organizados a partir del capitalista (CENDES, 1978).

Recepción: 07 Julio 2023

Aprobación: 16 Noviembre 2023

Publicación: 01 Diciembre 2023

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