Artículos
Los otros nuevos llaneros. Movilidad territorial del trabajo en los cultivos de palma de aceite de los departamentos de Meta y Casanare (Colombia)
Resumen: Este artículo analiza el perfil de los trabajadores de la palma de aceite en la Orinoquia colombiana, a los cuales denominamos los otros nuevos llaneros. La metodología cualitativa fue el fundamento de este estudio, entendida como un proceso interpretativo que utilizó fuentes secundarias como documentos y bases de datos, así como fuentes primarias, recolectadas por medio de diario de campo, entrevistas y fotografías. La movilidad territorial del trabajo analiza la reestructuración productiva de la agricultura globalizada a partir de la migración laboral a territorios de monocultivos y agroindustrias integradas a cadenas globales de valor (CGV). En este contexto, el mercado de trabajo es entendido como una construcción relacional que articula estructuras que se presentan como formas de clasificación social de la fuerza de trabajo por sexo, raza y edad, con estructuras subjetivas reflejadas en las decisiones individuales y colectivas. Las conclusiones apuntan a mostrar la relación entre el proceso de dominación-explotación y la flexibilización en los procesos de trabajo agrícola con formas de movilidad territorial temporal, circular y permanente.
Palabras clave: Trabajadores rurales, Movilidad territorial del trabajo, Agronegocio, Palma de aceite, Orinoquia colombiana.
The other new llaneros. Territorial mobility of work in oil palm crops in the departments of Meta and Casanare (Colombia)
Abstract: This article analyzes the profile of oil palm workers in the Orinoquia region of Colombia, referred to as the "other new Llaneros." The study is grounded in qualitative methodology, understood as an interpretative process that utilized secondary sources such as documents and databases, alongside primary sources collected through field journals, interviews, and photographs. Territorial labor mobility examines the productive restructuring of globalized agriculture through labor migration to monoculture territories and agro-industries integrated into global value chains (GVC). In this context, the labor market is understood as a relational construction that articulates structures presented as forms of social classification of the workforce by gender, race, and age, with subjective structures reflected in individual and collective decisions. The conclusions aim to demonstrate the relationship between the process of domination-exploitation and the flexibilization of agricultural labor processes with forms of temporary, circular, and permanent territorial mobility.
Keywords: Rural workers, Territorial mobility, Agribusiness, Oil palm, Colombian Orinoquia.
Os outros novos llaneros. Mobilidade territorial do trabalho nos cultivos de palma-de-azeite dos departamentos de Meta e Casanare (Colômbia)
Resumo: Esse artigo analisa o perfil dos trabalhadores da palma de azeite na Orinoquia colombiana, os quais denominamos de os otros nuevos llaneros. A metodologia qualitativa foi o fundamento deste estudo, entendida como um processo interpretativo que se baseia em fontes secundárias como documentos e bases de dados, além disso, de fontes primárias coletadas por meio do diário de campo, entrevistas e fotografias. A mobilidade territorial do trabalho analisa a reestruturação produtiva da agricultura mundializada a partir da migração laboral para territórios de monocultivos e agroindústrias integradas a cadeias globais de valor (CVG). Nesse contexto, o mercado de trabalho comparece como uma construção relacional que articula estruturas que se apresentam como formas de classificação social da força de trabalho pelo sexo, raça e idade, com estruturas subjetivas reflexas nos relatos que expressam as decisões individuais e coletivas. As considerações finais mostram a relação entre o processo de dominação-exploração e a flexibilização nos processos de trabalho agrícola com tipos de mobilidade do trabalho temporal, circular e permanente.
Palavras-chave: Trabalhadores rurais, Mobilidade territorial do trabalho, Agronegócio, Palma-de-azeite, Orinoquia colombiana.
Introducción
Al analizar la economía política del régimen agroalimentario contemporáneo, entendido por las relaciones económicas y políticas construidas sobre la base de la producción agrícola que configura el orden mundial de producción, distribución, circulación y consumo de alimentos y derivados de algunos cultivos, entre los que se encuentra la agroenergía, identificamos las formas mundializadas de acumulación y desarrollo desigual del capital, expresión de un orden mundial en el que los países del Norte Global controlan como compradores e inversionistas el mercado de alimentos (frescos y materias primas agroindustriales) y mercancías verdes asociadas al cuidado del medio ambiente (agrocombustibles y materias primas para su producción) (McMichael, 2016; Rubio, 2015).
En este contexto, en las últimas décadas se observa una reprimarización de la economía de países latinoamericanos con políticas enfocadas en la exportación de productos agrícolas (Svampa, 2013), las cuales promovieron, por un lado, cambios de uso del suelo agrícola y aumento de la productividad agroindustrial; por el otro, la apertura y ocupación de fronteras agrícolas, especialmente con tierras planas e irrigación para la implantación de monocultivos y complejos agroindustriales (Thomaz Junior, 2009). Como consecuencia de este proceso se observa una expansión territorial de monocultivos para la exportación, acompañada de una reestructuración productiva de la agricultura que se caracteriza por la mayor mecanización de procesos agrícolas, flexibilización, precarización y movilidad del trabajo (Pedreño, 2014; Moraes, Gadea, Pedreño y De Castro, 2012; Thomaz Junior, 2010).
En Colombia, el monocultivo de la palma de aceite durante las dos primeras décadas del siglo XXI aumentó el área sembrada a partir de la intensificación en territorios ya ocupados y por la expansión territorial a nuevas áreas de cultivo, que crearon mercados de trabajo que se abastecen de fuerza de trabajo local y migrante proveniente de otras regiones. En el contexto expansivo, los departamentos de Meta y Casanare forman parte de la dinámica de movilidad de capitales, cultivos y trabajadores como nueva frontera agrícola, que especializa el territorio en la producción y exportación de la commodity aceite de palma (palm oil) y de agrodiésel, este último como mercancía verde que se consume en el mercado interno.
Este artículo analiza el perfil de los trabajadores de la palma aceite en la Orinoquia colombiana, los cuales denominamos como los otros nuevos llaneros, quienes van a trabajar por temporadas o se han quedado a vivir de manera estable en los centros poblados o cascos urbanos cercanos a las plantaciones de palma de aceite en los departamentos de Meta y Casanare.
Metodología
El análisis presentado se deriva de la investigación doctoral en la que se analizó la movilidad territorial del trabajo de jóvenes rurales a los monocultivos agroindustriales de palma de aceite en Colombia y caña de azúcar en Brasil en las dos primeras décadas del siglo XXI. La metodología en la que se fundamentó la investigación fue la cualitativa (Vasilachis, 2006), entendida como un proceso interpretativo que buscó entender la lógica territorial del avance del monocultivo de palma de aceite en la Orinoquia colombiana. En primer lugar, se basó en fuentes secundarias con técnicas de revisión documental, especialmente de investigaciones, documentos y bases de datos, oficiales y privadas; el análisis de esta información secundaria es presentado en el texto y sintetizado gráficamente en las Figuras incluidas.
El avance territorial de la palma de aceite expone la configuración del mercado de trabajo regional, en el cual se concibe el perfil de las/os trabajadoras/es a través de fuentes primarias. La observación de la configuración del mercado de trabajo se basó en el trabajo de campo, apoyado en el diario de campo, las entrevistas semiestructuradas y fotografías (Thiollent, 1987). El trabajo de campo fue realizado entre 2016 y 2017 en diferentes momentos, especialmente en temporada de cosecha entre abril y mayo. La planificación de las visitas a diferentes centros poblados de trabajadores palmeros fue posible con la ayuda de líderes campesinos, sindicalistas del sector e investigadores del departamento del Meta. En particular, fue sustancial el apoyo de miembros del Sindicato Nacional de Trabajadores de Alimentos (Sintraimagra), seccional San Carlos de Guaroa y Cumaral (Meta), para contactar a diferentes hombres y mujeres que compartieron sus experiencias de migración y trabajo en el sector palmero.
En total, en la Orinoquia colombiana fueron realizadas 24 entrevistas, que se analizaron de manera inductiva a partir de la categorización temática sobre migración y condiciones de trabajo en la trayectoria laboral. Por medio de software de análisis cualitativo, siguiendo las recomendaciones de la teoría fundamentada (Strauss & Corbin, 2002), fueron escuchadas y codificadas todas las entrevistas; la primera codificación, o codificación abierta, se hizo a partir de códigos directamente en el audio, identificando los orígenes regionales, itinerarios migratorios y temporalidades de la migración. En la segunda fase se implementó la codificación axial, para lo cual fueron seleccionados casos de trabajadores para ser transcritos en su totalidad; la selección se hizo tomando en cuenta los sujetos más relevantes respecto de los marcadores de clase identificados: generación, origen regional, sexo y raza. En esta segunda fase se utilizó el concepto de marcadores de clase (Lara Flores, 1991) como una decisión teórico-metodológica que presta atención a las relaciones sociales que estructuran los mercados de trabajo; es decir, entiende que la posición social de dominación-explotación de los trabajadores en el mercado de trabajo está interrelacionada con la clase y sus características histórico-culturales (Moraes Silva, 2016, 1998).
Para este artículo fueron utilizados relatos de la trayectoria migratoria de seis trabajadores: tres mujeres y tres hombres. Dichos relatos de vida son analizados relacionalmente como parte de las estructuras que configuran el mercado de trabajo y como decisiones individuales y colectivas que se entrecruzan en las razones para migrar en busca de empleo con mejores condiciones de vida y laborales en el sector palmero en el Meta y Casanare (Bendini, 2014; Bourdieu, 2008; Bertaux, 1997; Thompson, 1981).
Movilidad territorial del agronegocio de la palma de aceite en América Latina y Colombia
La palma de aceite es una oleaginosa que se cultiva en áreas tropicales y subtropicales. Forma parte de lo que Byerlee, Falcon e Naylor (2016, p. 1) denominan “revolución tropical de cultivos oleaginosos” de las últimas décadas. Tal expansión se dio entre zonas históricas de este cultivo en Oceanía y Sudeste Asiático, y en nuevas áreas en África y América Latina. En la Figura 1 están representadas las nuevas fronteras tropicales de expansión de la palma de aceite; allí aparecen países latinoamericanos como Colombia, Ecuador, Perú, Guatemala, Honduras, y el Norte de Brasil (GRAIN, 2014).
En América Latina, la expansión del área sembrada de palma de aceite entre 2005 y 2015 ha sido más dinámica en México, Guatemala, Honduras, Ecuador y Colombia. En esta última, la expansión territorial reciente de este cultivo fue impulsada por las políticas de desarrollo rural de los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2002-2006, 2006-2010) y su continuidad en los gobiernos de Juan Manuel Santos (2010-2014, 2014-2018). En esos gobiernos, este sector económico se favoreció con políticas y programas para exportar commodities agrícolas, aprovechando los altos precios internacionales que se registraban desde 2003 (Rubio, 2015). Además, la expansión se dinamizó desde 2002 por el contexto favorable para la producción y consumo de agrocombustibles en el marco de políticas energéticas y ambientales mundiales.
El proceso de expansión del área sembrada fue agenciado por funcionarios del campo burocrático del Estado mediante políticas y crédito públicos, por grupos económicos nacionales con inversiones en tierra y agroindustria y, en algunos casos, por paramilitares que se apoderaron de la tierra (Comisión Intereclesial Justicia y Paz, 2015). La finalidad de este proyecto fue imponer un control político-económico-militar para ampliar la oferta de exportaciones no tradicionales, la concentración de la tierra y el cambio del uso del suelo, la apertura de fronteras agrícolas, el despojo de campesinos y de comunidades afrodescendientes, así como para la pacificación de áreas rurales implicadas con la economía ilegal del narcotráfico (Fajardo, 2014).
En consecuencia, la integración de nuevas áreas de cultivo significó un mayor volumen nacional de producción de aceite de palma, que llevó al país a tener la mayor área sembrada de la región. Pasó de 113.367 ha en 2005 a 590.960 ha en 2015, y desde 2013 es el cuarto mayor productor mundial de aceite de palma (Agronet, 2018; FAOSTAT, 2017). La Figura 2 presenta la dinámica territorial de la expansión del área sembrada entre 2007 y 2015. En primer lugar, aparece el aumento de municipios con plantaciones de palma de aceite concomitante al aumento del área sembrada; sólo Tumaco (Nariño), al Suroccidente del país, disminuyó a causa del avance de enfermedades que afectaron a las plantaciones. También se destacan tres departamentos de la Orinoquia colombiana: Meta, Casanare y Vichada, en los cuales está el área de mayor expansión y concentración del cultivo para el 2015.
En la Orinoquia se consolida un complejo agroindustrial palmero que pasó de 120.304 ha sembradas en 2007 a 257.337 ha en 2015; es decir, en 2007 concentraba el 39,03 % y en 2015 el 51,25 % del área sembrada de palma en el país (Agronet, 2016), que se extiende a los departamentos de Meta, Casanare, Vichada y una porción de Cundinamarca. Este complejo se compone de plantaciones con un área promedio de 350 hectáreas, que sobrepasa el promedio nacional de 63 hectáreas (Rueda y Pacheco, 2015, p. 17) y agrupa tres plantas de esterificación de agrodiésel y 27 plantas de extracción de aceite de palma (Fedebiocombustibles, 2018; Fedepalma, 2015).
Dichas características del complejo agroindustrial configuran un mercado de trabajo regional que emplea a pobladores locales y migrantes de otras regiones. De acuerdo con la encuesta Fedepalma-DANE de 2016, la zona palmera oriental (Meta, Casanare y Vichada) concentraba 18.929 trabajadores, de los cuales 9.528 (50,3 %) venían de otros departamentos (Fedepalma-DANE, 2018). Es decir, más de la mitad de la fuerza de trabajo estaba constituida por trabajadores migrantes incentivados por intermediarios, redes de parientes o paisanos, decisión propia y/o desplazamiento forzoso relacionado con el conflicto armado.
Movilidad territorial del trabajo en la agricultura globalizada
Con la expansión de los mercados internacionales de commodities agrícolas y agrocombustibles, uno de los aspectos de la reestructuración productiva en la agricultura latinoamericana ha sido la territorialización de monocultivos y procesos agroindustriales, los cuales se integran a cadenas globales de valor (CGV) agroalimentarias y de agroenergía, expresión de la reproducción ampliada del capital contemporáneo en el régimen agroalimentario corporativo (McMichael, 2016; Pedreño, 2014; Harvey, 2013). Con la internacionalización de la producción han aparecido mecanismos de regulación de estas cadenas a partir del mercado, basados en el control de la calidad de las mercancías con criterios de sustentabilidad ambiental, social y laboral (Moraes, Gadea, Pedreño y De Castro, 2012).
En ese contexto, los estudios rurales y del trabajo en América Latina en las últimas décadas han dado particular importancia a la reestructuración productiva con el cambio organizacional, técnico y tecnológico en la agricultura (genética, uso de agroquímicos, mecanización, procesamiento industrial, etc.) y los cambios en las relaciones sociales de producción (Riella y Masheroni, 2015; Villulla, 2015; Lara Flores, Sánchez y Saldaña, 2014; Bendini, 2014; Thomaz Junior, 2009; Moraes Silva, 1998). Los cambios tecnológicos para modificar los ciclos biológicos de los cultivos, el uso de maquinaria y el uso intensivo de fuerza de trabajo enfatizan la relación de dominación y explotación presente en la relación capital-trabajo (Moraes Silva, 1998; Marx, 2008). En consecuencia, este proceso de modernización agrícola estimula diversos tipos de movilidad territorial del trabajo, observable en las migraciones de trabajadores en diferentes escalas y tiempos a territorios donde el capital demanda su fuerza de trabajo.
En gran parte de estos estudios el mercado de trabajo es definido como resultado de la movilidad territorial del capital y del trabajo, en las condiciones de tiempo y espacio del modo de producción capitalista (Harvey, 2013; Gaudemar, 1979), en las cuales no priman únicamente la explotación; al contrario, es entendido como una relación de poder dinamizada por fuerzas estructurales que reproducen procesos de despojo y acumulación capitalista, articulados a las decisiones individuales y colectivas de migrar (Bendini, 2014; Lara Flores, 2006; Moraes Silva, 1998). De tal modo, como sugiere Marx (2008, p. 208), la fuerza de trabajo es la única mercancía que determina su valor a partir de elementos históricos y morales; es decir, depende de la configuración temporal y espacial de la formación social de la clase trabajadora en cada país o territorio. En este sentido, la fuerza de trabajo está constituida por marcadores sociales que corresponden a las clasificaciones culturales de raza, etnia, género, edad, etc., que justifican una jerarquía de empleos que los condena a trabajos penosos y con riesgos (Moraes Silva, 2010; Lara Flores, 1991).
Bendini (2014, p. 174), a partir de una revisión de los estudios del trabajo rural, afirma que la migración o movilidad territorial no es nada nuevo. Su actualidad radica en su diversidad y complejidad debido a los procesos sociales que la generan y de las contradicciones inherentes a la modernización capitalista de la agricultura. Esta autora identifica algunas tendencias de la movilidad territorial de trabajadores rurales en las migraciones contemporáneas: globalización del capital y dependencia de trabajo migrante extrarregional o internacional; las condiciones políticas, culturales y sociales que influyen en la construcción de perfiles de trabajadores; las transformaciones en las familias y en los territorios de destino que dan lugar a “nuevos territorios migratorios”.
En el caso de Colombia, los estudios sobre migración de trabajadores rurales se han concentrado especialmente en el cultivo de café, el cual ha movilizado por décadas contingentes de recolectores en temporada de cosecha. De otro lado, algunos estudios sobre los cultivos de coca identifican la migración de recolectores de hoja o “raspachines” (Ferro, Osorio, Uribe y Castillo, 1999). En las investigaciones sobre trabajadores de la palma de aceite en Colombia se ha tratado el tema de la migración de manera tangencial; Molano et al (1987) mencionan el carácter migrante de una parte de trabajadores palmeros en el municipio de Puerto Wilches (Santander). En un estudio más reciente, Ramírez (2012) identifica el origen regional de trabajadores migrantes en diferentes empresas palmeras del país, y recientemente Piñeros (2018) investigó la movilidad territorial del trabajo de jóvenes rurales en palma de aceite en Colombia y en la caña de azúcar en Brasil.
Con estos referentes teóricos, analizamos la movilidad territorial del trabajo a partir del perfil de los trabajadores, destacando los marcadores sociales de raza y género en el mercado de trabajo de la palma de aceite en los llanos orientales. La identificación como “otros nuevos llaneros” obedece al carácter subalterno de estos trabajadores, marginados de los relatos de emprendimientos agroindustriales de la región en las últimas décadas, representados como una hazaña que llevó a inversionistas agroindustriales y financieros de otras regiones del país, denominados públicamente como los nuevos llaneros (Molano, 2011; Dinero, 2011).
Los otros nuevos llaneros. Migración y marcadores de clase de trabajadores de la palma desde los años 1980
La migración de trabajadores rurales de otras regiones del país a las plantaciones de palma de la Orinoquia puede rastrearse a comienzos de los años 1980. En Villanueva (Casanare), la empresa Palmar del Oriente proyectó el aumento del área sembrada y, debido a la escasez de fuerza de trabajo local, implementó una estrategia de “enganche” de trabajadores de los departamentos de Valle del Cauca y Cauca: específicamente, de Pradera, Palmira y Florida (Valle del Cauca) y Santander de Quilichao, Puerto Tejada, Timba, Guachené y Caloto (Cauca). Los empresarios buscaron un perfil de trabajador que se instalara en la región. Según Zamora (2003; citada por Villegas 2005, p. 31), estos creían que la mano de obra de los afrodescendientes que estaban llevando era “resistente”, “ruda” y estaba acostumbrada a las exigentes labores de los cañaduzales e ingenios azucareros. Además, ante la promesa de mejores salarios y alojamiento individual y familiar, esos trabajadores aceptaban irse a los llanos para huir de los bajos salarios y las condiciones de pobreza en su región de origen. Sumado a la experiencia en labores agroindustriales, estos trabajadores asalariados provenían en mayor medida de familias que perdieron sus tierras o resistían el avance de los cañaduzales desde las primeras décadas del siglo XX.
Esta migración dirigida por la empresa inició una estrategia de enganche y asentamiento basada en la racialización de la fuerza de trabajo. En adelante, otras empresas han utilizado a afrodescendientes para las plantaciones. Es el caso de empresas como Unipalma de los Llanos y La Cabaña en la inspección de Veracruz en Cumaral (Meta), donde se han asentado desde los años 1990 familias provenientes del Norte del Cauca, Valle del Cauca y Chocó.1 También están las inspecciones de Dinamarca en Acacías y Surimena en San Carlos de Guaroa (Meta), que, a partir de la compra de plantaciones de palma por parte del grupo agroindustrial Manuelita en los años 1990, llevó a trabajadores de sus cañaduzales en el Valle del Cauca y Cauca2 que se asentaron en estas inspecciones, estratégicamente localizadas en las dos entradas principales a las plantaciones y la planta agroindustrial (Arocha, 2009).
Posteriormente, en la fase de expansión de plantaciones desde comienzos de la década de 2000, se da una persistencia de la participación de trabajadores migrantes. No obstante, el origen de la migración va a diversificarse a causa de la demanda de fuerza de trabajo en los períodos de cosecha y entre cosecha, y de las condiciones de desempleo rural, conflicto armado y precariedad laboral en otras regiones del país. La diversificación de orígenes geográficos, el trabajo temporal y la informalidad laboral en los cultivos de palma van a configurar territorios migratorios con itinerarios pendulares, circulares y de asentamiento (Lara Flores, Sánchez y Saldaña, 2014), que conectan regiones palmeras y empleos rurales locales en labores agrícolas y del sector del petróleo.
En estos territorios se da una persistencia de migración de afrodescendientes, algunos de las regiones y municipios mencionados y otros provenientes de zonas palmeras del Suroccidente y Norte de Colombia. Junto con ellos, han llegado migrantes no afros de otras zonas palmeras, campesinos de departamentos afectados por el conflicto armado y trabajadores rurales de cultivos como el arroz. La Figura 3 representa los orígenes departamentales de la migración reciente identificados en el trabajo de campo; asimismo, expresa las distancias que tienen que recorrer hombres y mujeres en busca de salario y oportunidades de trabajo en los llanos orientales.
El grupo más destacado entre los trabajadores migrantes recientes son los denominados “costeños”, provenientes de departamentos de Cesar y Magdalena, y últimamente de Bolívar. La principal característica de este grupo es que tienen experiencia en el trabajo agrícola de la palma de aceite, ya que vienen de municipios donde las plantaciones se han territorializado hace décadas, ocupando la mayor parte del área rural, y son la principal fuente de empleo.
Al indagar por el motivo de la migración de estos trabajadores, aparecen razones personales y las condiciones de trabajo en las zonas palmeras del Norte del país. Se destaca el exiguo salario por tarea o destajo, lo cual se convierte en el principal motivo para migrar a trabajar en la misma función. En los llanos, según la propaganda popular y de los enganchadores de las empresas, el salario por tarea es mejor remunerado, a pesar de tener que pagar, en muchos casos, los costos de alojamiento y alimentación. Otro motivo expuesto es la violencia paramilitar en los municipios de los que provienen, donde el control militar y social de estos grupos al servicio de latifundistas, ganaderos, narcotraficantes y agroindustriales ha sido predominante. En los relatos aparece el miedo a ser asesinados o perseguidos por miembros de estos grupos, sin declarar oficialmente que son víctimas directas de desplazamiento forzoso.
En los relatos de estos trabajadores costeños aparecen las descripciones de las causas y condiciones de la migración. Joe, cosechero o cortador de fruto, nacido en Algarrobo (Magdalena), relató cómo los costeños fueron otro grupo de migrantes después de los que vienen del Valle del Cauca.
Investigador: ¿Pero porque habrán traído primero del Valle? ¿Porque Manuelita es de allá?
Joe: Sí, seguramente. Y después fue que comenzaron a migrar gente de la Costa, y los que vinieron miraron que la cosa era como buena y comenzaron a comentar, y de ahí p’acá se ha venido una masiva de gente. Y el trabajo, lo que yo le contaba la mano de obra, por allá abunda mucho, lo que no hay acá [en los llanos] (Joe, Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, cortador de fruto. 32 años, abril de 2016).
Juan, cortador y recolector de fruto, relata las estrategias de las empresas por medio de Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA) para llevar a los trabajadores desde su lugar de origen. El caso deja en evidencia que, además de la labor de intermediación de las CTA en la relación laboral, tuvieron que ver con la migración de trabajadores, dado que fueron creadas por trabajadores de esas regiones con el apoyo de las empresas palmeras, con el fin de aprovechar la red familiar y de paisanaje.
Juan: Hicieron una convocatoria allá, vinimos 50. Una palmera de acá arribita. De los 50 nos dividieron, hicieron dos grupos. Uno de 20 y uno de 30. El de 20 nos quedamos aquí [en Surimena, Meta] y el de 30 lo llevaron para Pachaquiaro [Puerto López]. Esos sí no aguantaron, esos se fueron a la quincena. [Allá estuvieron en palma] del mismo dueño de acá [que] los llevó para allá. Ellos no aguantaron. Nosotros ahí nos aguantamos como tres meses, y de ahí sí llegamos acá al pueblo […] (Juan, Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, recolector y cortador de fruto. 35 años, abril de 2016)
Además de las condiciones del mercado de trabajo local, la violencia del conflicto armado fue una causa para salir en busca de trabajo a los llanos. Las múltiples causas fortalecen las redes de parentesco y paisanaje para recibir a los que quieran ir a trabajar, aunque no siempre significan una buena experiencia.
Juan: […] No sabe uno, como tiene uno su familia por allá también, más que todo ahorita, si está atacando la violencia allá. Eso me tiene preocupado, tengo a mis hermanos allá. Cuando uno menos cree, pueden decir: “¡Voy para allá!” [Los llanos] porque tocó desocupar el pueblo. ¿Y adónde lo mete uno? Mientras que despegan, pues toca darles ahí...
[...] Porque acá, el tiempo que llevo yo acá, le he dado la mano a más de un compañero de allá del pueblo. Pero vienen, hacen cagadas y vuelven y se van. Gracias a Dios, de la familia mía no han venido; siempre llegan amigos, que se han criado con uno allá y uno los conoce, los distingue mucho. Pues, uno les da la mano. (Ibíd.)
Otro grupo importante de migrantes viene del Suroccidente: son los “tumaqueños”. En esta zona, a mediados de los años 2000 las enfermedades de la Pudrición del Cogollo y la Marchitez Letal diezmó las plantaciones, a lo cual se sumaron las consecuencias de las fumigaciones con glifosato de los cultivos ilegales de coca. Los estudios de Restrepo (2004) muestran cómo en Tumaco y otras áreas del Pacífico colombiano las comunidades afrodescendientes tienen propiedades rurales organizadas a manera de policultivo. Sin embargo, a raíz de la reducción del área sembrada, del desempleo y la disminución de los ingresos de las familias muchos jóvenes que no querían entrar en actividades del narcotráfico migraron para el Meta y Casanare; otros fueron para las plantaciones de palma del Norte de Ecuador. Así lo relató Helen, trabajadora en servicios varios y fitosanitarios, al contar la migración propia y de sus hermanos.
Investigador: Y como fueron a dar a Villanueva [Casanare]? Porque, digamos, la palma en Tumaco. ¿Y a Villanueva se vinieron a trabajar en qué?
Helen: Porque allá en Tumaco compraban mucho la coca, alrededor de la gente que tenía finca, y la palma quedó alrededor de la finca. Entonces la gente sembró mucha coca, y cuando mandaron a fumigar le cayó todo el veneno a la palma; entonces esa palma se murió toda. Entonces, la gente ya buscó otros horizontes, y pues en eso mis hermanos se fueron pa’l Vichada, y del Vichada pasaron a Villanueva. De ahí yo me fui para allá a visitarlos y me quedé allá; me fui de visita y me quedé por allá.
I: ¿Y en el Vichada también trabajaban en palma?
Helen: No... Ellos vinieron a trabajar palma allá en Villanueva. Yo me vine a visitarlos y me quedé ahí, cuando ellos, seis meses decidieron irse pa San Martin… (Helen, Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, servicios varios y fitosanitarios. 27 años, mayo de 2016)
Genaro, tumaqueño, migrante que trabajó en plantaciones de varios municipios del Meta para luego establecerse en Surimena (San Carlos de Guaroa, Meta), también relata el enganche del “ingeniero” de la empresa palmera y las causas de la migración de muchos jóvenes que trabajaban con su familia o en CTA.
Genaro: El PC [Pudrición de Cogollo] mató toda la palma, no quedó nada, no hubo nada que nos salvara. Quedamos sin trabajo. Un ingeniero llegó por ahí buscando personal para trabajar aquí en San Martín [Meta], en una finca que se llama [X].3 Fueron a buscar gente, a recoger gente a Tumaco en un bus. Yo me vine ahí porque yo [estaba] sin trabajo. [I: ¿Cuántos años tenía?] Nosotros la cosechamos desde los 9 años (...) pero cuando la palma se acabó yo ya tenía 20 años, 21 años. [I: O sea, usted se vino cuando tenía 20 años] Tenía 21 […].
I: Allá [en Tumaco], ¿en qué estaba trabajando en esa época?
Genaro: Allá sí aprendí a cortar, estaba aprendiendo apenas a cortar palma adulta con gancho… (Genaro, Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, cortador de fruto. 32 años, mayo de 2016)
Otro grupo de migrantes identificado proviene de departamentos al Oriente del país, de la Amazonia y Orinoquia. Son campesinos y colonos que migran en busca de trabajo dejando atrás las dificultades para trabajar en la tierra. Las difíciles condiciones de la distancia, la pobreza, el conflicto armado y la siembra y procesamiento de la coca expulsan a antiguos colonos. Es el caso de tres mujeres del departamento de Guaviare. Las tres, madre, hermana e hija, empezaron en 2006 una migración intermitente a las plantaciones de palma en el Meta, que culminó con la compra de una casa en la inspección de policía de La Palmera, de San Carlos de Guaroa. En el relato de ellas emergen las causas de la migración y la ampliación del mercado de trabajo de la palma para las mujeres en la última década.
I: ¿Ustedes empezaron trabajando allá, en San José de Guaviare, en qué?
Ana: No, nosotros vivíamos en el campo. Duramos un tiempo viviendo en el campo trabajando con la coca, que es el trabajo en Guaviare. Para el campo casi no hay palma, hasta hace poco que están metiendo cultivos de palma, pero están chicas, y así. Después, en el 2003, fue cuando mi hermana quedó viuda, que mataron el papá de los niños, la guerrilla, y de ahí sí ya nos salimos para el pueblo, y ahí conseguir trabajo en lo que saliera en el pueblo: almacenes, restaurantes, en lo que fuera (Ana, La Palmera, San Carlos de Guaroa, Meta, trabajadora en labores fitosanitarias. 26 años, junio de 2017)
En 2006 migran al Meta en busca de trabajo en las plantaciones. En ese momento aún no había trabajo para las mujeres, y sólo uno de los hombres consiguió empleo; se quedó y ellas volvieron al Guaviare.
I: ¿O sea que se vinieron quiénes: las dos [madre e hija]?
Lina: Todos, mi tía, mi mamá, mis hermanos y yo. Y un año duramos acá y nos devolvimos porque no les daban mucho trabajo a las mujeres. Y ahí, como a los dos años [2009], se vino mi mamá de nuevo para acá y entonces ahí ya había trabajo para las mujeres en la palma, sembrando palma, ya se había abierto trabajo para las mujeres… (Lina, Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, trabajadora en labores fitosanitarias. 24 años, junio de 2017)
La trayectoria migratoria de estas mujeres coincide con la fase expansiva de las plantaciones de palma presentada en líneas anteriores, y al mismo tiempo, con la contratación de mujeres en labores fitosanitarias, de cosecha y vivero, denominadas de trabajo en sanidad y en oficios varios por su carácter polifuncional. Las labores fitosanitarias aparecen como medida de control de enfermedades y plagas que diezmaron las plantaciones de todo el país. Una de las labores que pueden destacarse es la de polinización, que es introducida a partir de 2007 con la siembra de un nuevo tipo de palma, modificada genéticamente para ser más resistente a enfermedades. Este tipo de palma es la “hibrido”; sin embargo, tiene bajos índices de polinización, lo que afecta la producción y demanda de polinización asistida (Sánchez, Daza, Ruíz y Romero, 2011).
Ana resume el abanico de funciones en el que actúan las mujeres:
Ana: Yo digo que, ahora, en lo que más utilizan a las mujeres es en pepeo [recolección de frutos regados en el piso], la polinización. (…) Yo creo que en polinización es donde más ocupan a las mujeres. Pero entonces, mire que en sanidad yo también he visto hartas mujeres; por ejemplo, donde yo estoy trabajando la mayoría son mujeres. [Lina: ¿Yo no he visto hombres allá?] Mire que sí, allá está apenas, está Omar, Don Pablo, Carlos, tres hombres como registradores. De resto [Las demás] son solas mujeres, en el grupo de [anónimo] hay como cinco mujeres. Yo digo que si todas las mujeres piensan como yo pienso, yo digo que nosotras las mujeres deberíamos capacitarnos más en la sanidad, porque no es un trabajo tan pesado, requiere responsabilidad, pero usted trabaja un poco más suave... (Ana, La Palmera, San Carlos de Guaroa, Meta, trabajadora en labores fitosanitarias. 26 años, junio de 2017)
En varias de las funciones de la agricultura moderna, el trabajo femenino es asociado al cuidado de la planta, como una naturalización de la relación cuidado = maternidad que hay en labores de vivero y fitosanitarias del cultivo, naturalizando una división sexual del trabajo basada en representaciones de las diferencias biológicas. Ello, a su vez, las hace objeto de estrategias de flexibilidad cualitativa que las ubica y hace circular en empleos de baja calificación (Moraes Silva, 1998, p. 183). Esta homología aparece en las funciones feminizadas de la palma de aceite, y se hace hegemónica y es interiorizada por las propias trabajadoras que ven su función como apta para ellas. De manera contradictoria, a pesar de que reconocen que es un trabajo leve este esconde un desgaste significativo por las distancias que recorren para polinizar o hacer sanidad dentro de la plantación, los riesgos con animales silvestres como culebras y osos palmeros, los peligros asociados al uso y manipulación de agroquímicos: y también por los procedimientos peligrosos como la polinización, que afecta los pulmones al tener que soplar por una manguera para expulsar el polen (Gallo, Hawkins, Tangarife, Vásquez y Piedrahita, 2018).
Dominación-explotación en los marcadores de clase
En síntesis, la movilidad territorial de los otros nuevos llaneros expresa cómo la raza y el género son dos de las transversalidades que marcan la subalternidad de la clase trabajadora en el agronegocio globalizado. La raza, como clasificación de resistencia física para el trabajo en la palma, atraviesa las diferentes fases de la migración de trabajadores que trabajan en funciones de cosecha, sanidad y vivero desde los años 1980. Si bien hay diferentes matices en el color de la piel afrodescendiente de estos trabajadores y trabajadoras, queda expuesta la dominación y explotación que a través de lo racial y el género reproducen las desigualdades sociales para la acumulación de capital. Como afirma Moraes Silva (2016, p. 32), con base en la propuesta decolonial de Aníbal Quijano:
El valor de la fuerza de trabajo, al incorporar estos elementos creados en otros momentos históricos, reproducidos con otra cara -como el color de la piel-, o siendo ocultados -prejuicio racial-, desmitifica la idea abstracta del valor y contribuye a la comprensión del proceso de explotación y de la dominación vigente.
En el mismo sentido, Urrea (2015, p. 2) aduce cómo la estructura ocupacional de Colombia está atravesada por el componente étnico-racial, el cual
hace alusión a la construcción socio-histórica de las diferencias visibles (color de piel, rasgos faciales, cabello, contextura física) y no visibles (costumbres, procedencia, tradiciones, etc.) entre las personas y las poblaciones, mediante la cual se establecen relaciones asimétricas y de dominación-exclusión entre unas poblaciones y otras.
La racialización y la feminización de la fuerza de trabajo también evidencian otras estructuras de dominación, como la “migración por sustitución” (Lara Flores, 2006, citado en Bendini, 2014, p. 178); es decir, aquellos colectivos que pasan a ocupar los vacíos de migrantes que ya no migran o se orientan a otros empleos. En este caso, son trabajadores afrodescendientes de otras regiones del país con otras calificaciones y en otra fase expansiva del cultivo. Como vimos, en la primera migración fueron trabajadores y campesinos afrodescendientes empobrecidos que no conocían el trabajo en la palma de aceite. En los años 2000 esto cambió: con la expansión de las plantaciones y la necesidad de fuerza de trabajo, los empresarios palmeros engancharon a otros afrodescendientes empobrecidos, despojados y desempleados que se habían socializado en labores de palma de aceite, lo cual es una cualificación que garantiza mayor productividad y control del trabajo.
A su vez, con la ampliación del mercado de trabajo para las mujeres, muchas de ellas afrodescendientes que migraron con los contingentes de hombres, se integraron en nuevas funciones que llevan el peso del trabajo de cuidado proyectado a la planta, asumiendo labores de riesgo y desgaste que interiorizan como “trabajo leve” pero que esconden la dominación patriarcal, racial de la explotación del trabajo.
Consideraciones finales
El esfuerzo analítico por darles visibilidad a los sujetos sociales que trabajan en las cosechas de la globalización agroalimentaria y agroenergética en el Sur Global permite evidenciar que, en la explotación de la fuerza de trabajo en el caso de la palma de aceite, hay formas de clasificación social que conforman el perfil de los trabajadores en el mercado de trabajo (Lara Flores, 1992). Dicha clasificación son los marcadores de clase: raza, etnia y género, a los que le podríamos agregar la edad, entendida como relación entre generaciones y la construcción social de la edad útil para el capital (Beaud y Pialoux, 2009).
Sin duda, estos marcadores de clase son un entramado a través del cual se puede observar la segmentación del mercado de trabajo rural. En última instancia, son formas de discriminación que reproducen desigualdades históricas que revelan las formas de dominación para lograr la anhelada flexibilidad de la mano de obra en los procesos de trabajo agrícola, muchos de estos degradantes y riesgosos (Lara Flores, 1992). En el caso del agronegocio de la palma de aceite, la movilidad territorial de afrodescendientes y de mujeres está interrelacionada con la reestructuración productiva basada en estrategias de flexibilización vinculadas con la competitividad internacional, los bajos índices de mecanización del proceso de trabajo y la escasez de fuerza de trabajo en los llanos orientales (González, 2016; Alfonso, Botero y Romero, 2009; Acuña, 2008). Por lo tanto, depende de la producción y reproducción de sujetos sociales vulnerables, tanto por la exclusión social y pobreza como por las formas de expulsión de la tierra causadas por procesos socioeconómicos o el conflicto interno armado que vive Colombia. Estos grupos sociales vulnerables se convierten en fuerza de trabajo flexible y móvil que se somete a las formas de control de empresas, intermediadores como CTA o SAS y otros actores en el territorio.
Esa flexibilidad de los trabajadores se transforma, según Moraes, Gadea, Pedreño y De Castro (2012, p. 21) en: flexibilidad salarial, con salarios a destajo y formas de retención del salario; flexibilidad horaria, con jornadas laborales flexibles para cumplir con las metas, calculadas en hectáreas o número de plantas tratadas; flexibilidad funcional o polivalencia; y flexibilidad geográfica, que implica la migración por diferentes territorios en busca de empleo. En el caso de la flexibilización de la migración, aparece la dualidad movilidad-inmovilidad como resultado de las estrategias individuales y colectivas de los trabajadores, así como de las estrategias empresariales para controlar la movilidad de trabajadores mediante la intermediación con enganchadores, garantizando la disponibilidad territorial de fuerza de trabajo.
El mercado de trabajo, entendido como un espacio de relaciones sociales atravesadas por los marcadores de clase y la movilidad territorial, reproduce formas de clasificación social que segmentan a los trabajadores. En suma, quedan expuestas las formas de movilidad territorial en condiciones de precariedad y flexibilidad y su relación con el género y la raza; y las estructuras de dominación ancladas en las desigualdades históricas del patriarcado y la colonialidad que perviven en las condiciones de modernización de la agricultura globalizada contemporánea. Estas estructuras tienen interrelación con la edad y su expresión en la generación, que es valorada por la potencia de la fuerza de trabajo, materializada en la fuerza y agilidad que constituyen la “vida útil” en empleos de baja calificación y alta informalidad, como los de la palma de aceite (Piñeros Lizarazo, 2018) .
De tal modo, el mercado de trabajo de la palma de aceite en la Orinoquia colombiana se entrama en la configuración de un territorio migratorio (Lara Flores, Sánchez y Saldaña, 2014), que por décadas ha recibido migraciones ligadas a los ciclos de violencia desde los años 1950, a los despojos y a los ciclos extractivos del petróleo; otros cultivos como el arroz, forestales, y, recientemente, cultivos agroenergéticos como palma de aceite y caña de azúcar. Queda en evidencia cómo el agronegocio está configurando una territorialidad que incluye el control de extensas áreas de monocultivos y agroprocesamiento con un poblamiento articulado a formas de movilidad territorial del trabajo temporal, circular4y asentado. Es de resaltar que la subalternidad de estos sujetos también incorpora la dualidad dominación-resistencia, en la que aparecen las formas de organización y solidaridad que operan en los circuitos migratorios, así como las formas de organización del proceso de trabajo que siguen formas colectivas y comunitarias, que merecen ser investigadas.
Entrevistas
Ana (La Palmera, San Carlos de Guaroa, Meta, Trabajadora en labores fitosanitarias. 26 años, junio de 2017).
Genaro (Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, cortador de fruto. 32 años, mayo de 2016).
Lina (Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, trabajadora en labores fitosanitarias. 24 años, Junio de 2017).
Joe (Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, cortador de fruto. 32 años, Abril de 2016).
Juan (Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, recolector y cortador de fruto. 35 años, Abril de 2016).
Helen (Surimena, San Carlos de Guaroa, Meta, servicios varios y fitosanitarios. 27 años, mayo de 2016).
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Notas
Recepción: 04 Octubre 2023
Aprobación: 17 Abril 2024
Publicación: 01 Agosto 2024