ARTICULO/ARTICLE
José Álvaro Hernández Flores
Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología, El Colegio de México, Centro de Estudios
Demográficos, Urbanos y Ambientales,México
jalvaro@colmex.mx
Beatriz Martínez Corona
Colegio de Postgraduados,
campus Puebla, México
beatrizm@colpos.mx
Cita sugerida: Hernández Flores, J., Martínez Corona, B. (2016). Reproducción campesina y conocimiento local en contextos de fragilidad social y ambiental. Estrategias familiares y comunitarias en la cordillera del Tentzo, México. Mundo Agrario, 17(35), e020. Recuperado de http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/article/view/MAe020
Resumen
El artículo presenta
resultados de investigación realizada en la localidad de San
Antonio Juárez, municipio de Tzicatlacoyan, en el estado de
Puebla, México. El objetivo fue conocer las estrategias de
reproducción de los grupos domésticos campesinos,
asentados en entornos ambientales adversos, que presentan
restricciones severas para el desarrollo de la agricultura. A partir
de técnicas cualitativas y cuantitativas, se pudo constatar la
presencia de estrategias de reproducción distinta, a nivel de
barrio, basada en el conocimiento local, la división genérica
del trabajo y la organización a nivel de grupo doméstico
y comunidad.
Palabras clave: Estrategias de reproducción; G énero; Grupos domésticos campesinos; Conocimiento local; Pluriactividad; México
Peasant reproduction and local knowledge in contexts of social and environmental fragility. Family and community strategies in the mountain range of Tentzo, México
Abstract
The article presents results
of research conducted in the city of San Antonio Juarez,
Tzicatlacoyan township, in the state of Puebla, Mexico. The objective
was to determine the reproductive strategies of domestic groups
peasants, facing adverse environmental conditions that severely
restrict the development of agriculture. From qualitative and
quantitative techniques, it was found the presence of different
reproduction strategies, at the neighborhood level, based on local
knowledge, the gender division of labor and domestic level
organization and community group.
Keywords: Reproductive strategies; Gender; Rural domestic groups; Local knowledge; Multiactivity.
Desde hace varias décadas, el grupo doméstico campesino ha sido objeto de interés para los estudios etnográficos, antropológicos y sociales, entre otros. La diversidad de enfoques, perspectivas teóricas –y hasta disciplinares– que acompañan a su aplicación han dado lugar a disputas, a cuestionamientos y a debates que, si bien han contribuido a redefinir una y otra vez el concepto, no han conseguido desplazarlo como unidad de análisis crítica en el ámbito de las ciencias sociales (Robichaux, 2007).
El análisis de las estrategias de reproducción que emprenden los grupos domésticos en contextos ambientales restrictivos, así como el estudio de su relación con los conocimientos tradicionales y con la división genérica del trabajo, permite dar cuenta de las diversas formas de organización productiva y reproductiva que favorecen su permanencia en territorios afectados por procesos de deterioro ambiental.
El presente trabajo se propuso identificar las estrategias de reproducción social desarrolladas por grupos domésticos campesinos residentes en la localidad de San Antonio Juárez, municipio de Tzicatlacoyan, en el estado de Puebla, México, y establecer la relación que dichas estrategias guardan con los conocimientos locales, con la distribución genérica del trabajo y con el modo de vida campesino.
Para caracterizar las prácticas productivas y sociales de los grupos domésticos se utilizaron técnicas cualitativas y cuantitativas. Con base en trabajo de campo y visitas exploratorias que se llevaron a cabo durante el período 2011-2012, se diseñó una encuesta que fue aplicada a una muestra representativa, estimada mediante muestreo simple aleatorio, con una confiabilidad del 90% y una precisión del 10%. El marco del muestreo fueron los 423 grupos domésticos registrados en las listas de la Casa de Salud de la localidad, las cuales fueron depuradas y validadas por las autoridades locales. La selección de las unidades de muestreo (grupos domésticos) se realizó al azar. Para calcular el tamaño de muestra, se consideró la variable “actividades de las familias campesinas” (proporción de familias dedicadas únicamente a la agricultura y la proporción de las que realizan, además, otra actividad económica).
La ecuación para calcular el tamaño de muestra fue la siguiente (Gómez, 1979):
Donde n es el tamaño de la muestra; N, el tamaño de la población (423 hogares); d, la precisión: 0.1; Zα/2, la confiabilidad: 1.64; pn, la proporción con la característica de interés: 0.6; y qn, la proporción sin la característica de interés: 0.4. Sustituyendo los valores en la ecuación se obtuvo el tamaño de muestra: n = 56.
El cuestionario se aplicó a una muestra de 56 hogares escogidos al azar, pertenecientes a los cuatro barrios de la localidad de San Antonio Juárez (Guadalupe, Huixcolote, La Mesita, Centro). Asimismo, con la intención de validar y profundizar en la información que se recuperó a través de los cuestionarios, se realizaron recorridos de campo, entrevistas a profundidad, entrevistas grupales y talleres participativos.
El uso de herramientas y de técnicas de investigación, tanto cualitativas como cuantitativas, permitió no sólo caracterizar las estrategias reproductivas de los grupos domésticos en San Antonio Juárez e identificar las similitudes y diferencias entre los barrios que integran dicha localidad, sino que además hicieron posible captar aquellos elementos de la subjetividad involucrados en el desarrollo de sus estrategias de reproducción social.
A los fines de este trabajo, recuperamos la definición de Orlandina de Oliveira y Vania Salles (1989), para quienes el grupo doméstico constituye: “[…]una organización estructurada a partir de redes de relaciones sociales establecidas entre individuos que pueden estar unidos o no por lazos de parentesco, que comparten una residencia y que organizan en común la reproducción cotidiana” (14)
Concebido de esta forma, el grupo doméstico comprende el ámbito en el que los individuos organizan su reproducción cotidiana y generacional, en el que tiene lugar la socialización de los nuevos miembros y el reforzamiento de los significados y motivaciones que fundamentan las actividades grupales (García y De Oliveira, 1994).
El carácter incluyente y funcional de este concepto reviste gran importancia para el análisis de las estrategias de reproducción social en contextos rurales, ya que permite vincular las actividades de producción y de consumo de la economía campesina, al tiempo que posibilita el análisis de las interrelaciones entre el grupo familiar y la unidad productiva. Ambos aspectos resultan cruciales en la reproducción social de los grupos domésticos de origen rural o campesino, en los que la vida familiar se encuentra plenamente integrada con la unidad productiva, en la que la producción se basa en el trabajo familiar y en la que una parte considerable de los frutos de la actividad económica se dirigen a la autosubsistencia de sus integrantes (De Oliveira y Salles, 1989). Asimismo, el concepto permite integrar al análisis todas aquellas relaciones extensas de parentesco y de amistad, basadas en vínculos de intercambio y normas de reciprocidad, no exentas de conflictividad, que constituyen recursos fundamentales para satisfacer las necesidades del grupo doméstico.
Tal como planteó Chayanov (1974), y retomado por otros autores (Palerm, 1981; Franco, 1992; Pepin Lehalleur y Rendón, 1989), la característica principal que define a los grupos domésticos campesinos es la confluencia de las funciones de producción y consumo en el seno del grupo familiar. De acuerdo con De Oliveira y Salles, (1989, 16), es precisamente la “conjugación en una sola entidad de estos dos principios de agrupación y funcionamiento, la que les confiere características, necesidades y posibilidades intrínsecas”. La unidad de producción proporciona recursos que son transformados al interior del grupo doméstico y aprovechados por la unidad de consumo, lo que permite la reproducción de la fuerza de trabajo para continuar el proceso productivo; todo ello en el marco de relaciones domésticas y, en algunas ocasiones, también comunitarias.
La apuesta por la diversificación, y no por la especialización, es otra de sus características principales. Ante la incapacidad para asegurar su reproducción global a partir de una sola actividad agrícola, los grupos domésticos campesinos producen dos tipos de bienes y/o servicios: agropecuarios y no agropecuarios (artesanías, construcción, comercio, venta de fuerza de trabajo, entre otros). Al mismo tiempo, estos bienes y/o servicios tienen como destino el autoconsumo y el intercambio, aunque las proporciones sean diferentes por regiones y estratos (Gómez, 1986). De esta forma, los grupos domésticos campesinos generan vínculos mercantiles y de trabajo de diversa naturaleza e intensidad, a partir de los cuales obtienen retribución económica por los excedentes que no se consumen al interior del grupo y se abastecen de bienes o servicios que no producen por sí mismos. Es así como el intercambio de productos en el mercado constituye el ámbito característico de la articulación de la economía campesina con el sistema capitalista (Salles, 1989). Pese a ello, la producción del grupo doméstico campesino se orienta más a garantizar la reproducción de la familia que a la acumulación típicamente capitalista, la cual impone como objetivo principal la maximización de la tasa de ganancia.
Otro aspecto relevante, abordado por diversos autores (González, 1984; Salles, 1989; Pepin Lehalleur y Rendón, 1989; García, et al., 1989), es el que se desprende de la importancia que tienen la redes sociales integradas por las relaciones inter o intragrupos domésticos para la reproducción, situación que si bien no es exclusiva de los contextos rurales, sí adquiere en ellos una dimensión particular debido a la relevancia de la comunidad y de las prácticas de reciprocidad que ocurren en su seno.
Ante la insuficiencia de recursos materiales, financieros, tecnológicos y naturales que limita la capacidad productiva en el medio rural, los grupos domésticos campesinos utilizan de forma intensiva su principal recurso: la fuerza de trabajo familiar (Chayanov, 1974). De esta forma, la dinámica productiva del grupo doméstico campesino es establecida en gran medida por la evolución del tamaño y por la composición del grupo doméstico –y por tanto, de la fuerza de trabajo disponible– a lo largo del ciclo familiar (García et al., 1988; De Oliveira y Salles, 1989; De Teresa, 1992). Características sociodemográficas, como la composición por sexo, edad, educación y el número de miembros, son las que definen la calidad y la cantidad de fuerza de trabajo susceptible de movilización bajo relaciones de cooperación y solidaridad para el desarrollo de un volumen de actividades que permitan la reproducción (Madera, 2000). Lo anterior seda sin negar la existencia de relaciones de poder y la presencia de conflictividad a su interior (Salles, 1989).
Los grupos domésticos son entidades dinámicas que cambian a lo largo del tiempo; por tanto, es conveniente recuperar para su análisis algunos de los planteamientos de Fortes (1978) con respecto al denominado ciclo de desarrollo, que contempla tres fases que pueden traslaparse: la “expansión”, que se inicia con la unión de la pareja y finaliza con el nacimiento del último hijo; la “dispersión” o “fisión”, que comienza con el matrimonio del hijo mayor y que termina cuando se casan todos los hijos; y, finalmente, la fase de “reemplazo”, que comienza con el traslado de los bienes a los herederos y termina con la muerte de los padres. Las distintas fases del ciclo de desarrollo vinculadas a los cambios biológicos de los integrantes del grupo doméstico repercuten en las funciones económico-productivas que pueden desempeñar.
Basándose en evidencia etnográfica proveniente de un número considerable de casos de estudio, Robichaux (2002) concluye que existe un sistema de formación de grupos domésticos específico del área mesoamericana. Dos son los principales rasgos distintivos de este sistema: a) el patrón de residencia virilocal, entendido como la costumbre de que la pareja de reciente formación se vaya a vivir a la casa de los padres del varón y después de un tiempo construya su propia casa y se independice, por lo general en un terreno heredado por el padre; y b) la ultimogenitura, que consiste en que el último hijo permanezca en la vivienda paterna, asumiendo el cuidado de sus padres en la vejez y heredando a cambio la casa familiar.
Bajo este sistema familiar, de acuerdo con la fase por la cual transite el grupo, se pueden encontrar familias nucleares, integradas por padres e hijos solteros, y familias compuestas, también denominadas extensas o extendidas, integradas por padres, hijos solteros y casados con sus esposas e hijos.
Esta forma de organización tiene implicaciones en términos de la fuerza de trabajo disponible al interior de los grupos domésticos a lo largo de las distintas fases de su ciclo vital, ya sea por la vía del incremento del número de integrantes en edad productiva que compartan la misma residencia o por la conformación de lo que Robichaux (2005) denomina patrilíneas limitadas localizadas, linajes de poca profundidad que se forman a partir del ciclo de desarrollo de los grupos domésticos y que se aprecian cuando la casa del fundador queda rodeada de viviendas cuyos jefes son principalmente su prole masculina y en los que, en virtud de dicha filiación, prevalecen formas de cooperación que tienen gran importancia para la reproducción social de los grupos involucrados.
La comunidad de San Antonio Juárez forma parte del municipio de Tzicatlacoyan, el cual se encuentra ubicado en la zona centro del estado de Puebla, México. La comunidad se ubica en la confluencia de la Sierra del Tentzo. Al norte de esta sierra, se abre una depresión cuyo fondo sirve de cauce al río Atoyac, denominada Depresión de Valsequillo, la cual pertenece a la cuenca de dicho río y se ubica en la zona climática de los templados subhúmedos de los valles de Tepeaca y Puebla, con lluvias en verano (SNIM, 2003). La Cordillera del Tentzo, donde se ubica San Antonio Juárez, aún cuenta con reductos de bosques de encino asociados a vegetación secundaria arbustiva, en tanto que la porción sudoriental está cubierta por selva baja caducifolia y matorral desértico, asociado a reductos de bosques de encino-pino. Se destaca en esta zona la presencia de una especie vegetal de suma importancia para la comunidad: la Brahea dulce, palmácea sumamente abundante en regiones de suelos calizos superiores a los 800 m de altitud, la cual se utiliza en la elaboración de diversas artesanías de palma (Martínez y Parra, 2007). Gran parte de esta sierra ha sido catalogada recientemente como un Área Natural Protegida.
Figura 1. Ubicación, Municipio de Tzicatlacoyan, estado de Puebla, México
Fuente: Elaboración
propia con base en cartografía de INEGI.
De acuerdo con los últimos datos de INEGI (2010), habitan en la localidad 1.899 personas, de las cuales 956 son hombres y 943 mujeres, hecho que vale la pena destacar, puesto que en otras localidades del mismo municipio se observan altas tasas de feminización de la población, asociadas a la expulsión de fuerza de trabajo masculina que migra a los Estados Unidos.
San Antonio Juárez está clasificada como una localidad de alta marginación y, por tanto, recibe atención prioritaria por parte de diversos programas sociales. El 50% de la población económicamente activa (PEA) recibe menos de un salario mínimo y se dedica a actividades primarias (agricultura a pequeña escala). Las viviendas, en su mayoría, carecen de servicios públicos básicos –el 91% de los hogares emplea leña como combustible– y existe deficiencia y escasez en el abasto regular de agua (Martínez y Parra, 2007). Asimismo, existe un alto grado de analfabetismo entre la población mayor de quince años (19%); además, el 58% de la población mayor a quince años no tiene educación primaria completa.
San Antonio Juárez no cuenta con terrenos ejidales ni comunales; el sistema de tenencia de la tierra que predomina es la propiedad privada. El minifundio es la forma generalizada que caracteriza su agricultura. La mayor parte de los terrenos que poseen los grupos domésticos de San Antonio Juárez no se miden en hectáreas, sino en surcos o incluso, tal y como lo refieren algunos de los testimonio recogidos en esta localidad, en “latas de semilla”. De los 56 grupos domésticos que formaron parte de la muestra, 34 señalaron tener al menos un terreno para cultivar. De estos, el que menos tiene asegura poseer apenas diez metros cuadrados, y sólo tres grupos domésticos reportaron poseer hasta tres hectáreas. La media representativa para los grupos domésticos de la localidad es apenas de media hectárea.
La pulverización de la propiedad agrícola ha implicado, además de una disminución significativa en los niveles de producción, restricciones para el desarrollo de una agricultura mínimamente tecnificada. Por ejemplo, en el caso del uso de insumos para la producción, el 1,8% utiliza algún fertilizante químico, mientras que el 57,1% utiliza estiércol, 12,5% no utiliza fertilizante alguno y 3,6% utiliza otro tipo de fertilizante no especificado. Por otro lado, en lo que se refiere a la utilización de implementos técnicos para el cultivo, de los 34 grupos domésticos que tienen terreno para siembra, 75,8% utiliza la yunta para labrar, 15,2% utiliza tractor, y 9,1% emplea ambos implementos. Esta situación se ve agravada por las condiciones climáticas y agroecológicas que caracterizan a esta región y que se expresan en el desarrollo de una agricultura de temporal incapaz de resolver por sí misma la subsistencia de los grupos domésticos campesinos.
El concepto de estrategias ha sido utilizado como base teórica para el estudio de la participación económica al interior de los grupos domésticos y se ha convertido en objeto de un amplio debate entre los estudiosos del tema demográfico.
A lo largo del tiempo se han acuñado distintas nociones de estrategias, de sobrevivencia (Duque y Pastrana, 1973), de existencia (Saenz y Di Paula, 1981), adaptativas (Bartolomé, 1984), familiares de vida (Torrado, 1988) de reproducción (De Oliveira y Salles 1989; Pepin Lehalleur y Rendón, 1989; Bourdieu, 2002), entre otras. Cada uno de estos conceptos enfatiza aspectos muy concretos vinculados a la praxis y a las exigencias propias de su objeto de estudio, y resuelve de forma distinta la relación entre las condicionantes estructurales y las prácticas sociales a nivel micro. No obstante, la mayor parte concibe las estrategias como mecanismos de reproducción que las familias desarrollan de acuerdo con los recursos de los que disponen, así como del tipo e intensidad de las presiones externas. Asimismo, reconocen que estas estrategias pueden asumir formas y matices distintos en función del tamaño, composición y dinámica demográfica de los grupos
Destaca en particular, por su amplia capacidad explicativa, la noción de estrategias propuesta por Pierre Bourdieu (1988), quien las concibe como “[…] un conjunto de prácticas empíricamente diferentes a través de las cuales los individuos o sus familias tienden, consciente o inconscientemente, a conservar o aumentar su patrimonio y, correlativamente, a mejorar o mantener su posición en la estructura de relaciones de clase (Bourdieu, 1988, 122).
Para este autor, las prácticas de los agentes sociales –individuos o familias– se encuentran condicionadas por una doble dimensión: por la situación y el contexto en los que se desarrollan las acciones, es decir, por la posición, la correlación de fuerzas y la lógica del campo social en el cual se encuentran comprometidos; y por las maneras de pensar, las tendencias a actuar y la forma de percibir el mundo de quien las produce, es decir, por el habitus que ha sido incorporado por los agentes, justamente a partir de la posición que ocupan en el campo social (Gutiérrez, 2001). Esta forma de entender las prácticas implica concebir a agentes sociales que, a la vez que están condicionados por las estructuras sociales (es decir, por las relaciones objetivas que implican los campos y las posibilidades y limitaciones que estos contienen), también tienen un margen de opción y de elección sobre lo que hacen y por qué lo hacen, fundamentado en su experiencia, su percepción y el significado que otorgan a sus acciones (Bourdieu, 2014; Cáceres, Silvetti, Ferrer, Soto y Bicio, 2009; Gutiérrez, 1998).
En lo que concierne a la reproducción de los grupos domésticos campesinos, se debe señalar que esta asume características particulares que se derivan, fundamentalmente, de la integración subordinada del campesinado al sistema dominante y de las condicionantes macrosociales que sufre la economía campesina como consecuencia de este modo de inserción (Salles, 1989). Los mecanismos estructurales de dominación del mercado capitalista sobre el campesino no solamente impiden la apropiación del remanente de sus productos sino que en ocasiones impiden incluso la apropiación de lo necesario para la reproducción simple del proceso de producción. Pese a esta situación de desventaja estructural, los campesinos han demostrado históricamente su capacidad para generar distintos tipos de respuestas. Las estrategias de reproducción de los grupos campesinos domésticos se desarrollan en este marco de relaciones desventajosas con la intención de garantizar, a través de un complejo conjunto de actividades, la continuidad social. En este sentido, cuando se analiza la dinámica reproductiva de los grupos domésticos campesinos no se deben obviar sus vínculos con el desarrollo del modelo capitalista y su interacción de una manera no estática (Guzmán, 2006).
Acorde con este planteamiento, Pepin Lehalleur y Rendón (1989), al abordar la reproducción de los grupos campesinos, señalan que las estrategias de reproducción social aluden a un conjunto de actividades desarrolladas por el grupo doméstico campesino para contrarrestar su posición desventajosa frente al mercado y para permitir su supervivencia, la cual depende además de la manutención de las condiciones de existencia de los campesinos en el marco del sistema global.
Por otro lado, cuando se habla de estrategias de reproducción campesina se debe considerar que se encuentran condicionadas, en gran medida, por las características particulares del espacio local, marco en el cual tiene lugar la interacción de los grupos y el acceso diferenciado a los medios de producción. Asimismo, es el ámbito local o regional el que establece las posibilidades o limitantes para el desarrollo de las estrategias reproductivas, entre ellas: el acceso a recursos naturales críticos en el contexto de la reproducción campesina (como la tierra y agua en cantidad y calidad suficiente), el acceso a mercados de productos, insumos, créditos, entre otros, y la interrelación de los campesinos con sus iguales en el marco de la comunidad.
Otro aspecto a considerar son las características sociodemográficas del grupo doméstico campesino y su relación tanto con el ciclo biológico-social como con los patrones culturales que estipulan las reglas de residencia y herencia en el campo. Estos aspectos cobran mayor relevancia en el análisis de las prácticas que despliegan los grupos domésticos campesinos, en tanto que para ellos, como ya se señaló previamente, la fuerza de trabajo disponible constituye el factor productivo fundamental que habilita o restringe el desarrollo de un gran número de actividades.
Con base en el análisis de las prácticas productivas y reproductivas de los grupos domésticos, sus relaciones familiares y comunitarias, sus formas particulares de organización, así como otros aspectos de orden cultural, económico y social que determinan el acceso y el uso de los recursos presentes en el territorio, se describe a continuación el sistema de estrategias de reproducción social vigente en los cuatro barrios que forman parte de la localidad de San Antonio Juárez.
La producción para el autoconsumo forma parte de una lógica campesina orientada a hacer frente a la incertidumbre propia de la actividad agrícola, así como a la que se deriva de la posición subordinada que ocupa este sector en la sociedad. El objetivo fundamental de dicha estrategia es asegurar la reproducción del grupo doméstico, garantizando constantemente las condiciones que la hacen posible.
En el caso mexicano, la producción de autoconsumo se refiere principalmente al cultivo del maíz, práctica ancestral que representa, más allá del sentido económico y de seguridad alimentaria que se le atribuye, la conformación de una cultura y una identidad construida alrededor de la siembra y de la cosecha de este grano.
Los datos recopilados en los cuatro barrios de San Antonio Juárez muestran la importancia que tiene la estrategia de autoconsumo entre los grupos domésticos de esta localidad.
De los 34 grupos domésticos que tienen tierra, 26 producen maíz, sólo uno de ellos destina una parte de su producción a la venta y la otra a consumo familiar; el resto destina toda la producción de este grano básico al autoconsumo.
El cultivo del maíz tiene especial importancia, ya que se configura como una actividad que garantiza la reproducción de las condiciones materiales mínimas de subsistencia.
No obstante, en prácticamente todos los casos analizados la producción de maíz no alcanzaba para satisfacer las necesidades del grupo doméstico. El 98,1% de los jefes de familia entrevistados mencionó que la mayor parte de su gasto lo destinaba a la adquisición de alimentos. Al respecto, 94,6% de los grupos domésticos de San Antonio Juárez señaló que para cubrir las necesidades alimenticias de la familia se veía obligado a comprar maíz, el 96,4% compraba frijol y el 67,9%, trigo. Asimismo, los grupos domésticos declararon adquirir en menor medida verduras (55,4%) y de manera mucho más esporádica, carne (41,1%).
Si bien el 89,3% de los grupos domésticos señaló contar con solar en su casa, son pocos los grupos domésticos que practican la agricultura de traspatio. Esto se debe, en gran medida, a las restricciones ambientales que están dadas por el clima extremo, la escasez de agua y la erosión de la tierra, entre otros factores. Los productos que se siembran en el solar son principalmente frijol (55,4%), calabaza (41,1%) y maíz (73,2%).
En cuanto a la cría de animales de traspatio, el 85,2% de los grupos domésticos encuestados mencionó llevarla a cabo, con predominio de cría de cabras, con una media de ocho animales por familia. La cría de animales constituye una estrategia productiva orientada al ahorro, que permite a las familias hacer frente a eventualidades o subsanar gastos asociados al cumplimiento de obligaciones comunitarias.
Si bien la estrategia de producción agrícola de autoconsumo desempeña un papel importante en la reproducción familiar, resulta insuficiente para hacer frente a las necesidades de los grupos domésticos. Al preguntar a las entrevistadas y a los entrevistados si consideraban que su familia tenía una buena alimentación, el 62,3% respondió que no, y argumentaban principalmente la escasez de dinero. Por tal motivo, aunque los grupos domésticos de los cuatro barrios de San Antonio Juárez tienen a la agricultura como pilar de sus estrategias de reproducción, se ven obligados a desarrollar actividades complementarias que contribuyan a la supervivencia del grupo.
La pluriactividad o diversificación de actividades se manifiesta en el desarrollo de un gran número de prácticas productivas y/o reproductivas, de carácter agrícola o extraagrícola, que se pueden desempeñar dentro o fuera del predio. Dicha estrategia emerge como una respuesta de los grupos domésticos ante la incapacidad de la agricultura temporalera para garantizar la reproducción familiar, pero también para ocupar la totalidad de la fuerza de trabajo familiar.
En San Antonio Juárez se pudieron identificar cuatro actividades principales, articuladas a la agricultura, que emprenden los grupos domésticos: a) la elaboración y comercialización de artesanías de palma y otate, b) la preparación y venta de barbacoa, c) el trabajo asalariado y la migración, y d) la música.
Los datos que arroja la encuesta reflejan la dinámica productiva de la localidad en relación con estas actividades. La elaboración de artesanía de palma es la actividad que más realizan los grupos domésticos encuestados (71,4%), seguida de la elaboración de artesanías de otate y carrizo (55,4%), la migración (28,6%) y la elaboración de barbacoa (17,9%). Otra actividad importante es la música; sin embargo, sólo un 5,4% de los 56 grupos domésticos entrevistados la desarrolla y, como veremos más adelante, estos se circunscriben a un solo barrio. No obstante, existen diferencias en términos del peso que tienen dentro del ingreso familiar las distintas actividades. Para el 56,9% de las familias encuestadas, la actividad que genera mayores ingresos es la elaboración de artesanías de palma y otate; para el 13,7%, es el campo; otro porcentaje similar de familias señala que son otras actividades –como el comercio y el trabajo asalariado–; en tanto que para el 11,8%, este lugar lo ocupa la preparación de barbacoa. A continuación se analizan con profundidad cada una de estas actividades.
a) Actividad artesanal
La actividad artesanal en San Antonio Juárez es, junto con la agricultura, una de las más recurrentes entre los grupos domésticos de los cuatro barrios; aunque es en los barrios de Huixcolote y La Mesita donde tiene mayor importancia como actividad generadora de ingresos. En el primero de estos barrios se concentra el 30% de los grupos domésticos que elaboran artesanías de palma y el 41,9% de los que elaboran artesanías de carrizo y otate; mientras que en el segundo, los porcentajes son de 25% y 35,5%, respectivamente. Esta actividad tiene su origen en la abundancia de palma (Brahea dulce), la cual crece de forma silvestre en la zona. Dicha palma se recolecta y se trabaja para fabricar diversas artesanías (petates, aventadores, bolsas, etc.), las cuales se comercializan en los mercados locales o regionales. También se elaboran artesanías de otate o carrizo (Otatea acuminata), recurso natural que de acuerdo con los habitantes de esta región fue abundante en algún tiempo y luego se agotó, razón por la cual se ven obligados a adquirirlo con intermediarios que lo traen de otras regiones o, incluso, de otros estados.
En total son cuarenta de las 56 familias entrevistadas en San Antonio Juárez las que se dedican a la artesanía de palma y treinta las que usan el otate y el carrizo como materia prima para la producción artesanal, sin que se excluyan unas de otras; es decir, existen familias que elaboran artesanías utilizando ambos materiales. La preeminencia de la producción de artesanías de palma por encima de las de carrizo y otate se puede atribuir en gran medida a la abundancia y disponibilidad de la materia prima a nivel local.
La producción artesanal de palma y otate en San Antonio Juárez está fuertemente ligada a las identidades de género. Las artesanías de palma –petates– son realizadas por las mujeres, en tanto que las de otate o carrizo –chiquihuites– se llevan a cabo principalmente por los hombres.
Los datos de la encuesta confirman esta premisa, ya que mientras 64,3% de las mujeres adultas elaboran artesanías de palma, 44,6% de los jefes de hogar elaboran artesanías con carrizo y otate (canastos); sin embargo, esto no quiere decir que esa división del trabajo sea tajante, pues existe un porcentaje de personas (19,6%) que elaboran ambos tipos. El caso de los hijos y de las hijas es similar, aunque se vislumbra una menor participación de ellos y ellas dentro de la actividad artesanal. En el caso de otros integrantes del grupo doméstico que se dedican a la elaboración de artesanías, la mayor parte de quienes se dedican al trabajo con palma son abuelas, nietas, nueras, suegras; mientras que quienes ocupan el otate y carrizo como materia prima son hermanos, nietos, padres, abuelos.
El petate es una artesanía que implica gran dedicación, pero sobre todo tiempo, ya que el proceso productivo comienza con la recolección de palma, su preparación y la posterior confección de producto. A decir de los entrevistados, el petate es una artesanía que tarda tiempo en elaborarse, además de que se vende a un precio muy bajo.
Las mujeres realizan este trabajo productivo en sus espacios domésticos, sin horarios fijos, a ritmo personal, en combinación con el cuidado de los hijos y el trabajo reproductivo, lo que se suele traducir en dobles y hasta triples jornadas.
Por su parte, la elaboración de chiquihuites, que realizan los hombres, implica menos tiempo destinado al proceso productivo. Dado que la materia prima no se encuentra en la comunidad, no es necesario destinar tiempo de la jornada laboral para su recolecta. Asimismo, este producto se comercializa a un mejor precio, aunque lo cierto es que la dependencia hacia los intermediarios que suministran el otate o carrizo reduce considerablemente los márgenes de ganancia.
La comercialización de artesanías se desarrolla a nivel local, con acaparadores que compran la producción de las familias a bajo precio con fines de reventa, o a nivel regional, por parte de los propios productores que prefieren gastar en transporte con tal de vender a mejor precio sus mercancías.
Pese a que el margen de ganancias por la venta de artesanías es mínimo, la actividad artesanal representa ventajas para los grupos domésticos de San Antonio Juárez, ya que constituye una actividad generadora de ingresos que está prácticamente al alcance de todos (jóvenes, adultos y ancianos), que se desarrolla en la propia localidad, principalmente en los espacios domésticos, y que se puede realizar en el tiempo libre.
Además de la importancia que tiene la elaboración de artesanías como parte del patrimonio cultural que se transmite de generación en generación, la fabricación de petate y chiquihuite resulta sumamente importante como actividad generadora de ingresos. De hecho, el 51,7% de las familias que trabajan la palma y el 44,6% de las que lo hacen con otate manifestaron que la principal razón por la cual continúan desempeñando esta práctica es por los recursos económicos que representa.
b) Elaboración de barbacoa
La elaboración de barbacoa se desarrolla principalmente en el barrio de Guadalupe. De las 56 familias encuestadas, diez son las que se dedican a esta actividad y representan el 17,9% de la muestra. De estas, el 80% se concentra en dicho barrio, mientras que el 20% restante lo hace en los barrios del Centro y La Mesita.
Esta actividad supone el involucramiento de todo el grupo doméstico, dado que implica la cría y el pastoreo de ganado, la colecta de leña para la fabricación de barbacoa, la matanza del animal, la preparación y la venta.
No obstante, los datos de la encuesta evidencian que se trata de una actividad primordialmente masculina, puesto que son los hombres quienes participan en mayor medida en las cuatro etapas del proceso productivo, mientras que la participación de las mujeres es relativamente menor y se restringe sólo a algunas de ellas.
Para el 50% de los entrevistados, la principal limitante en la elaboración y venta de barbacoa tiene que ver con la obtención de leña, la cual es cada vez más escasa en la localidad y tiene un alto costo. El otro 50% señala problemas de comercialización que se derivan tanto del bajo precio del producto como de la creciente competencia local. Mención especial merecen las limitantes vinculadas al carácter minifundista del territorio, que impulsan a los grupos domésticos a pastorear su ganado en terrenos ajenos, lo cual se ha convertido en foco de conflicto con las comunidades aledañas.
De acuerdo con los testimonios de los entrevistados, a lo largo de los últimos años se ha venido registrando una caída en los márgenes de ganancia de esta actividad. No obstante, la preparación y venta de barbacoa sigue siendo una labor de suma importancia para los grupos domésticos que cuentan con recursos materiales y humanos, susceptibles de ser destinados a cada uno de los procesos productivos involucrados en esta tarea.
c) Migración y trabajo asalariado
La migración es una actividad que tiene poca incidencia entre los grupos domésticos de San Antonio Juárez, sobre todo si se compara con la intensidad con que se presenta el fenómeno migratorio, principalmente el de carácter internacional, en las localidades aledañas. Sin embargo, ante las condiciones de pobreza y marginalidad que prevalecen en San Antonio Juárez, es frecuente que algunos integrantes de los grupos domésticos, especialmente los más jóvenes, salgan a otras localidades en busca de trabajo.
Así, el 28% de los grupos domésticos encuestados declararon tener un familiar viviendo en otra localidad. El total de migrantes dentro de estos grupos domésticos fue de 23, de los cuales el 83% fueron hombres y el resto, mujeres.
Tomando como criterio el destino de los migrantes, se puede afirmar que el fenómeno migratorio en la localidad asume cuatro modalidades: internacional, nacional, estatal, regional. De las 23 personas que migraron, el 57% lo hizo como parte de la migración internacional, con destino a alguna ciudad de los Estados Unidos; se destaca por el número de menciones Los Ángeles, California. El 4% migró a otro estado de la República Mexicana, principalmente a la Ciudad de México. La ciudad de Puebla fue el principal destino del 22% de personas que migró al interior del estado y el 17% lo hizo de manera regional a alguna ciudad o pueblo cercano a San Antonio Juárez, como Tepeaca, Tecali o San Agustín Tepatlaxco. Esta migración, de carácter temporal, se integra junto con la agricultura y el resto de las actividades generadoras de ingreso, como parte de la estrategia de pluriactividad que emprenden los grupos domésticos de San Antonio Juárez, en particular los pertenecientes a los barrios de Guadalupe y Huixcolote, en donde se concentra el mayor porcentaje de grupos domésticos que tiene algún familiar que ha migrado, con el 31,3% y el 37,5%, respectivamente.
d) Música
Otra actividad complementaria, que se desarrolla de manera exclusiva en la localidad del Huixcolote, es la de la música. Desde hace varios años, algunos grupos domésticos de este barrio incursionaron en la formación de grupos musicales que prestan sus servicios a nivel local, regional y hasta estatal. La concentración de esta actividad en un solo barrio, e incluso dentro de ciertos linajes, evidencia la forma en que los procesos de enseñanza-aprendizaje, así como de transmisión de conocimiento especializado, ocurre en el marco de relaciones familiares y vecinales.
El monto de ingresos que reciben los grupos domésticos como pago por la actividad musical es considerable, sobre todo si se compara con los que perciben a cambio de otras actividades. Sin embargo, dado que la frecuencia con la cual salen a tocar los grupos varía a lo largo del año, se trata de un ingreso que no es constante, lo que los obliga a desarrollar otras labores complementarias, menos irregulares, como la elaboración de artesanías.
En un contexto de relaciones inequitativas con el mercado y bajo restricciones de carácter estructural que limitan las oportunidades para satisfacer las necesidades de los grupos domésticos, el incremento de la fuerza de trabajo disponible y, por tanto, del número de jornadas que es capaz de desplegar en su conjunto se convierten en una prioridad sobre la cual convergen distintas estrategias.
En San Antonio Juárez, la intensificación de la fuerza de trabajo se puede apreciar a partir del involucramiento de todos los integrantes del grupo doméstico en las actividades productivas y, en ocasiones, hasta las reproductivas. Por lo general, se procura que, sin distinción de género o generación, cada uno de los miembros de las familias aporte fuerza de trabajo en la medida en que sus condiciones lo permiten. No es raro que los niños y las niñas, además de sus responsabilidades escolares, trabajen en el campo o en el hogar, acarreando agua, lavando o desempeñando alguna actividad productiva.
Lo mismo sucede con las mujeres, quienes además de compartir la responsabilidad del trabajo productivo, tanto en el campo como en las actividades complementarias, están a cargo de las labores del hogar, como el acarreo de agua, la preparación de la comida, la limpieza del hogar, el cuidado de los niños y ancianos, el cultivo de plantas en el solar o la crianza animales en el traspatio, entre otras. Por lo regular, estas responsabilidades recaen en las madres o hijas a partir de cierta edad y pueden concebirse en el marco de las estrategias de intensificación y diversificación del trabajo, cuya consecuencia más directa son las dobles y hasta las triples jornadas.
La mayor parte de estas actividades no se pueden cuantificar en términos monetarios porque no hay mediación del mercado, ya que los integrantes de las familias funcionan al mismo tiempo como productores y consumidores. No obstante, resultan cruciales para mantener y reproducir la vida humana y, en esta medida, la fuerza de trabajo del grupo doméstico.
La maximización de la fuerza de trabajo disponible –fundamentalmente bajo relaciones de tipo no capitalista– constituye un mecanismo para suplir la falta de garantías externas para la reproducción. En San Antonio Juárez existen evidencias de que algunas otras estrategias podrían estar convergiendo con esta intención.
Tal es el caso de las estrategias de inversión biológica, en particular las matrimoniales –a través del matrimonio precoz– y las de fecundidad, para regular el número de hijos y, por tanto, de productores y consumidores al interior del grupo doméstico (Bourdieu, 2002). De acuerdo con la información proporcionada por los encuestados, el 41,1% se casó antes de los dieciocho años, el 33,9% inició su vida conyugal entre los dieciocho y veintiún años y el 25% restante lo hizo a partir de los veintiún años. Asimismo, cabe señalar que se encontraron varios casos de parejas que iniciaron su vida matrimonial antes de los quince años. El promedio de hijos por familia es de 2,8 individuos, aunque entre las familias encuestadas se llegaron a encontrar grupos domésticos con hasta siete hijos.
Si bien estos datos ofrecen evidencia parcial, que podría apuntar al desarrollo de diversas estrategias, no queda claro hasta qué punto podrían representar ventajas para los grupos domésticos de San Antonio Juárez, sobre todo en un contexto de escasez de recursos y de acceso limitado a la tierra. Definir estos aspectos requeriría mayor información y un trabajo mucho más detallado al respecto.
En dicho caso, y teniendo en consideración las restricciones y limitantes presentes en San Antonio Juárez, cobran mucho mayor relevancia las estrategias residenciales, que en esta localidad se caracterizan por asumir un patrón virilocal, en el que la pareja recién formada se va a vivir a la casa de los padres del varón durante algún tiempo antes de independizarse y construir su propia casa, generalmente en un terreno heredado, aledaño a la casa paterna. Esta estrategia no sólo contribuye a aumentar el número de integrantes en edad productiva que comparte la misma residencia durante la etapa de dispersión o fisión del grupo doméstico, sino que además, una vez que el matrimonio se independiza, se establecen mecanismos de cooperación familiar que se revisten de gran importancia para la reproducción de los grupos involucrados. La encuesta arrojó el dato de que el 80,4% de las parejas de los 56 grupos domésticos encuestados comenzó su vida conyugal viviendo en la casa de los padres del varón, con una media de 4,7 años de vida matrimonial bajo este patrón de residencia.
A la par de las estrategias que tienen como marco la familia, los grupos domésticos de San Antonio Juárez despliegan estrategias cuyo referente fundamental es la comunidad. Estas estrategias, también llamadas de inversión social (Bourdieu, 2002), tienen de gran importancia para la reproducción de los grupos domésticos más desfavorecidos, quienes a través de diversas normas de reciprocidad y vínculos de intercambio han logrado construir una red de relaciones que les permiten desarrollar actividades productivas que por sí mismos serían incapaces de ejecutar, así como hacer frente a eventualidades de diversa índole que ponen en riesgo su reproducción social.
En San Antonio Juárez, las estrategias de inversión social aparecen vinculadas, sobre todo, a prácticas sociales directamente relacionadas con la agricultura. Tal es el caso de la mediería, práctica que supone la renta de tierras sobre la base de un acuerdo informal en el que el dueño “presta” su terreno a otro grupo doméstico para que lo trabaje a cambio de una parte de la producción. Este tipo de acuerdos permite que grupos domésticos que tienen terreno, pero no la suficiente fuerza laboral para cultivarlo, entren en contacto con otros grupos que carecen de terrenos pero que cuentan fuerza de trabajo en abundancia; todo esto, bajo un esquema de colaboración informal que supone beneficios para ambas partes.
También existen prácticas como las “faenas”, que contribuyen a la realización de obras que sólo pueden realizarse con la concurrencia del trabajo colectivo y que benefician a la comunidad en su conjunto; o las denominadas cooperas –portaciones monetarias de carácter “voluntario” que se recolectan entre los miembros de una localidad con fines civiles o religiosos–, cuya función tiene que ver más con la necesidad de crear, reforzar, mantener, acompañar y reactivar los vínculos identitarios sobre los cuales se sustenta la red de relaciones a nivel comunitario. De acuerdo con el cuestionario aplicado, el promedio en los cuatro barrios de San Antonio Juárez es de 4,7 faenas por grupo doméstico al año y el monto anual que representan las cooperaciones es de aproximadamente tres mil pesos.
El conocimiento tradicional en torno al aprovechamiento y a la conservación de los recursos naturales resulta de vital importancia para la sobrevivencia de los grupos domésticos campesinos, sobre todo aquellos asentados en entornos ambientales adversos, que requieren del diseño de agroecosistemas adaptados a las condiciones locales (Pérez, 2008). Los saberes locales que los campesinos poseen sobre la naturaleza y sobre sus sistemas productivos permiten que incluso bajo condiciones adversas, ya sea ecológicas o de mercado, estos puedan reproducirse biológica y socialmente. Este acervo de conocimientos está constituido por saberes y por percepciones compartidos por una cultura y sociedad dada, que se deriva de la observación cotidiana y de la experimentación, a lo largo de generaciones, con formas de vida, sistemas productivos y ecosistemas naturales (Greiner, 1988; Johnson, 1992).
Las localidades ubicadas sobre la cordillera de Tentzo, una región ambientalmente frágil con serias limitaciones para la producción agrícola debido a las agudas pendientes y a los problemas de erosión, han desarrollado un acervo de conocimiento especializado, basado en la observación y en la experimentación, que se traduce en diversas prácticas de conservación del suelo.
En San Antonio Juárez, donde la producción agrícola minifundista y temporalera –y por tanto, el suministro de granos básicos para las familias campesinas– depende de la conservación de la tierra, se ha desarrollado un sistema de construcción y mantenimiento de bardas, también llamadas pretiles o terrazas, que dan viabilidad a las prácticas agrícolas que se desarrollan en las pendientes de los lomeríos, cerros y barrancas, que son propios de la cordillera del Tentzo.
El sistema de pretiles consiste en una serie de bardas construidas con lajas de tepetate, que se erigen siguiendo las curvas de nivel de las laderas y permiten a lo largo del tiempo la formación de terrazas que retienen el suelo y el agua necesarios para la agricultura (Inzunza y Manzo, 2005). A partir de este sistema, los grupos domésticos campesinos pueden disponer, a pesar de las pronunciadas pendientes, de pequeñas superficies agrícolas aptas para el cultivo de maíz, frijol y trigo, granos básicos que conforman su dieta alimentaria.
Los pobladores de San Antonio refieren que los pretiles ya existían desde el tiempo de sus abuelos y que tanto la construcción como su mantenimiento forman parte de un conocimiento que se transmite de generación en generación, lo que confirma el carácter ancestral de este tipo de saberes.
Los datos recogidos a partir del cuestionario permiten afirmar que este sistema de conservación de suelo es una práctica viva, a la cual se le destinan tiempo y recursos valiosos. De los grupos domésticos encuestados, el 93% cuenta con pretiles en sus terrenos, en tanto que el 84,6% desarrolla actividades de mantenimiento.
Como todo saber, el conocimiento local vinculado al entorno natural y a los sistemas productivos es falible y tiene limitantes. En contextos de precariedad y sobrevivencia es frecuente que la intensificación o introducción de nuevas prácticas lo vuelvan inoperante, lo que acelera la degradación de recursos.
En San Antonio Juárez, a pesar de los esfuerzos por conservar los suelos agrícolas, se han intensificado en los últimos años los procesos de erosión y deforestación debido a la sobreexplotación de recursos vegetales.
Los habitantes de esta localidad refieren que décadas atrás era posible encontrar otate silvestre en el cerro y en las barrancas aledañas, pero que se agotó debido a la explotación indiscriminada para la fabricación de chiquihuites y otras artesanías, por lo que actualmente las familias deben adquirirlo en el mercado.
Otra actividad que ha impactado de manera directa en la pérdida de la cubierta vegetal y, por lo tanto, en la erosión de los suelos y en la cantidad y calidad de agua disponible es la recolección de leña, la cual es utilizada como combustible y para elaborar barbacoa, actividad preponderante del barrio de Guadalupe. Al respecto, el 98,2% de las 56 familias encuestadas señaló que la leña es el principal combustible que utilizan en su hogar. El 64% la recolecta en los alrededores, el 15,4% la compra y el 19,2% la recolecta y la compra. Los sitios de recolecta de leña son primordialmente el monte (71%), la parcela (13%), la barranca (5%) y otro lugar no especificado (11%).
Lo anterior ha propiciado, al paso del tiempo, la deforestación y la reducción de la cantidad de agua disponible en la comunidad. Por tal motivo, pese a que el 71,4% de las familias encuestadas cuenta con una toma de agua domiciliaria, el 41% se ve obligada a acarrear agua desde los ameyales para complementar su consumo, el 10,7% lo hace desde alguna toma comunitaria y el 16,1% almacena el vital líquido en una cisterna que permite captar el agua de lluvia. Aun así, el 66,1% declaró que el agua que obtiene es insuficiente para cubrir las necesidades familiares, aunque de buena calidad.
Aunado a lo anterior, se deben considerar también los efectos del cambio climático, que a decir de los propios agricultores ha venido alterando los ciclos agrícolas tradicionales y generando incertidumbre y pérdidas de cosecha que ponen en riesgo la reproducción de las familias campesinas.
En este contexto precario no es extraño que se presenten conflictos territoriales con las localidades vecinas. La mayoría tienen que ver con el uso y aprovechamiento de recursos naturales que constituyen insumos para el desarrollo de actividades productivas y, que dadas las restricciones ambientales y de territorio, los habitantes de San Antonio se ven obligados a obtener en los pueblos aledaños. Tal es el caso de la recolección de leña para consumo doméstico o la elaboración de barbacoa, el corte de palma para la elaboración de artesanías y el uso de terrenos para pastorear el ganado. Todos estos aspectos conforman un entorno socioambiental complejo al que se suma la reciente incorporación de la cordillera del Tentzo como Área Natural Protegida, situación que introduce restricciones legales al aprovechamiento de los recursos naturales de la región.
Finalmente vale la pena señalar la importancia que representa la participación de las familias en programas gubernamentales, en particular el Programa Oportunidades –actualmente conocido como Prospera–, los cuales constituyen una fuente de ingresos extraprediales necesaria para la subsistencia de los grupos domésticos. El 80,4% de los grupos domésticos declararon ser beneficiarios de este programa, el cual otorga apoyo económico a los hijos en edad escolar. De acuerdo con la información proporcionada por los encuestados, los recursos económicos provenientes de Oportunidades representan en promedio el 23,41% del ingreso familiar, aunque hubo grupos domésticos que señalaron que en su caso este porcentaje alcanza hasta un 60%.
Por otra parte, el 39% de los grupos domésticos afirmó ser beneficiario de otros programas de gobierno: 36% afirmó contar con apoyo del programa PESA-FAO, 20% recibir recursos de la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR) del estado de Puebla, 16% apoyos del Programa 70 y Más de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), 12% recursos del Procampo y el 16% restante recibe apoyo de otros programas de gobierno no especificados.
La cobertura y el peso que tienen dentro del ingreso familiar los recursos provenientes de distintos programas sociales son un indicativo del grado de dependencia de los grupos domésticos de San Antonio Juárez hacia las transferencias de recursos, vía subsidios, lo que constata la importancia que tiene este tipo de apoyos para la reproducción familiar.
Tabla 1. Estrategias de reproducción, San Antonio Juárez
Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo.
A partir de la encuesta y de las entrevistas realizadas en San Antonio Juárez se pudo constatar la presencia de un gran número de prácticas productivas y/o reproductivas, de carácter agrícola o extraagrícola que se desarrollan dentro o fuera del predio.
Las cuatro principales actividades, articuladas a la agricultura, que se identificaron en esta localidad fueron: la elaboración y comercialización de artesanías de palma y de carrizo, la preparación y venta de barbacoa, el trabajo asalariado y la música.
Se observó que la forma en que los grupos domésticos de San Antonio Juárez articulan y organizan dichas actividades está en función tanto de las características particulares del contexto local como de la estructura y trayectoria de cada familia. Asimismo, en cada uno de los barrios analizados se pudo detectar un patrón de estrategias recurrentes que, pese a mostrar variaciones entre grupos domésticos, denota la existencia de un sistema de prácticas sociales y productivas estrechamente ligado a la construcción social del territorio.
La diferenciación de las estrategias reproductivas en cada uno de los barrios evidencia que, aunque las estrategias de reproducción social en San Antonio Juárez están basadas principalmente en conocimientos locales y en acceso a los recursos del territorio, poseen la capacidad de adaptarse a las condiciones sociodemográficas particulares de los grupos domésticos, haciendo de la flexibilidad una de sus principales características. En este sentido, se destacan las distintas formas en que las estrategias de autoconsumo y de pluriactividad se articulan con otras estrategias desplegadas a nivel de grupo doméstico –como las de intensificación de fuerza de trabajo, las residenciales, matrimoniales y de fecundidad–, las que se desarrollan a nivel comunitario y las que se orientan a la conservación y aprovechamiento de recursos naturales.
Cabe destacar que en los últimos años, las apuestas de los grupos domésticos se han diversificado hacia otros sectores, atendiendo a las restricciones o potencialidades que les ofrece el espacio local. La reducida actividad económica, aunada a la posibilidad de trabajar a tiempo completo o parcial en otras regiones, ha propiciado un alejamiento de los jóvenes de las actividades tradicionales (agricultura y elaboración de artesanías) sobre las cuales se sustenta la reproducción actual de las familias. Esta tendencia se ve reforzada por el aumento de la escolaridad en las nuevas generaciones y en el cambio de mentalidad de los padres, quienes vislumbran mejores oportunidades para sus hijos e hijas fuera del entorno local.
No obstante, incluso en este escenario pluriactivo existe todavía interés a nivel de los grupos domésticos por mantener vigente la agricultura, lo que evidencia que la lógica campesina no se ha erosionado por completo. La persistencia de los grupos domésticos campesinos de San Antonio Juárez por cultivar sus terrenos y aprovechar los recursos naturales locales, como la palma para elaborar artesanías, denota una estrategia global flexible, orientada a garantizar las condiciones que hacen posible la reproducción social en condiciones de precariedad económica.
En este sentido, es previsible que en el corto y mediano plazo, ante las condiciones económicas y ambientales adversas que se ciernen sobre esta región, los habitantes de San Antonio Juárez fortalezcan sus vínculos con los mercados externos, al tiempo que se aferren con mayor intensidad a las actividades productivas que han garantizado, al paso del tiempo, su sobrevivencia en este espacio.
En términos teóricos, el estudio de caso proporciona evidencia empírica con respecto al papel que desempeñan las condiciones objetivas, en tanto estructura de posibilidades y límites para la acción, y las predisposiciones que resultan de la incorporación de dichas condiciones en los individuos, como elementos explicativos de la lógica reproductiva de las familias campesinas, en particular aquellas que se ubican en contextos de precariedad económica y ambiental.
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Fecha de recibido: 7
de enero de 2016
Fecha de aceptado: 5
de agosto de 2016
Fecha de publicado: 22 de agosto de 2016
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